Columna de Paula Escobar: ¿Dónde quedó la paridad? II parte
La semana pasada alerté que en el compromiso de Chile Vamos en caso de que gane el Rechazo no está la paridad de género.
Esta semana, en declaraciones de Javier Macaya en Tolerancia Cero de CNN, se puso en duda la paridad en una eventual nueva Convención. El senador Macaya dijo que “…en el momento en que se instaló la Convención era necesaria… podría ser… no tengo inconveniente que sea parte de la discusión”. Luego dijo que le llamaba la atención “la obsesión” con la paridad. (Obsesión: una “perturbación anímica producida por una idea fija”, según la RAE).
Las declaraciones son desconcertantes por varias razones.
Primero, porque la paridad en la Convención fue un logro transversal políticamente: parlamentarias de Chile Vamos no solo aceptaron que la Convención fuera paritaria, sino que la impulsaron decididamente. Marcela Sabat, Paulina Núñez, entre otras, fueron clave. En la foto, parlamentarias -de izquierda, centro y derecha- aparecen con poleras azules que dicen: Paridad Ya. También está allí Mario Desbordes. Organizaciones de la sociedad civil de distintas sensibilidades convergieron en este objetivo común. Si antes la apoyaron desde esa coalición, ¿por qué hoy esto sería “parte de la discusión”? Y si ahora ya no están de acuerdo con la paridad, ¿cuál es su propuesta alternativa para lograr la “igualdad entre hombres y mujeres”, una que sea más eficaz?
Son declaraciones que reviven sospechas y desconfianzas sobre la derecha y su compromiso real en materia de género. El peso de la prueba está allí, justamente porque han votado contra avances clave, sea aborto en tres causales, cuotas, divorcio (a mayor abundamiento, ver columna Volver, del profesor Luis Cordero). Y porque la candidatura que apoyaron en segunda vuelta como sector -desde Evópoli hasta la UDI- fue tan deficitaria en materia de género, que el voto femenino fue decisivo para el triunfo de Boric. Recordemos que José Antonio Kast tenía en su programa original la eliminación del Ministerio de la Mujer, la supresión del aborto en tres causales, y que su diputado Kaiser (ex Republicano, pero que postuló desde esa plataforma) hacía mofa en un video sobre quitarles el derecho a voto a las mujeres… Si bien Kast modificó estas propuestas en la segunda vuelta, nadie puede decir que eran extrañas o inconsistentes con el ideario del Partido Republicano, que, con todo, sacó 44% de los votos.
Por último, emplea un modo clásico para restar mérito a las ideas de una mujer: quitarles su condición de idea, de convicción, de postura racional y reflexiva, y transformarlas en un mero estado de ánimo, un sentimiento: una perturbación anímica. Hay quienes legítimamente pensamos que la paridad es un mecanismo necesario y que constituye un gran avance.
Y hay quienes piensan así en Chile Vamos también.
“La paridad absoluta, total”, paridad, de todas maneras. En el caso mío, y yo diría de todas las mujeres de Chile Vamos, paridad de todos modos”, dijo Evelyn Matthei, a propósito de las declaraciones de Macaya. Así como Matthei habló claro y fuerte, sería importante saber cómo quedará expresada su visión en el compromiso de Chile Vamos: si primará la suya -y de las mujeres de Chile Vamos- o la del senador Macaya. Y si bien la derecha tiene el peso de la prueba, es de esperar un pronunciamiento claro de quienes, desde la centroizquierda, han manifestado su opción por el Rechazo, en el sentido de que están comprometidos con mantener los avances que en materia de paridad representa la nueva Constitución.
Por cierto, hay personas que no apoyan hoy -ni ayer- la paridad: están en su derecho de pensar así, y de expresarlo libremente. También es un derecho de la ciudadanía conocer esas posturas para votar informadamente en el plebiscito del 4 de septiembre.
Y a quienes no solo legítimamente critican, sino que descalifican la defensa de la paridad, habría que preguntarles si las mujeres que lucharon por el derecho a estudiar, a votar, a tener patrimonio propio, a divorciarse, a poder interrumpir el embarazo en caso de violación o de inviabilidad fetal, contra la violencia de género, también actuaron guiadas por una obsesión. O si, más bien, lucharon con fuerza contra aquello que a todas luces era injusto, pero que muchos hombres -y mujeres- de su tiempo consideraban innecesario cambiar.
No olvidar: gracias a ellas, su persistencia y su convicción, hoy tenemos libertades desconocidas para las mujeres de los siglos y milenios previos. Podemos estudiar, trabajar, votar, ser presidentas, escribir constituciones… y columnas.
Pero falta mucho más. Cómo apuramos el tranco: esa es la cuestión.
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