Columna de Paula Escobar: El día después: la reforma al sistema político
Como dice Tom Friedman, lo que importa en los sucesos noticiosos es lo que pasa el día después del día después.
El 2021, los independientes triunfaron en la elección de convencionales, y se erigieron como la “alternativa” frente a una clase política y partidos políticos desfondados en su adhesión y legitimidad. Muchos -me incluyo- lo vieron como un resultado natural y una alternativa válida. Sin embargo, el día después del día después ya sabemos lo que pasó: los vicios de muchos independientes fueron peores que los de los partidos, y las virtudes no aparecieron. Es más, hicieron aún más difícil negociar y sacar adelante acuerdos y compromisos.
Pero el sistema incentiva ese llanerosolitarismo en Chile. A los 23 partidos con representación en el congreso, hay varios más en formación. Rinde mucho más ir por la libre y transar el voto en oro, que disciplinarse dentro de un partido político. Lo mismo que para todas las elecciones.
La elección de este fin de semana muestra un nuevo avance de esta tendencia, preocupante. Hubo 686 candidatos independientes, un incremento de 37%. Un dato que ha captado la atención es que el 68,9% de los postulantes a las alcaldías son independientes, tanto dentro como fuera de pactos, lo que evoca un escenario parecido al de la Convención Constitucional.
En la última municipal sacaron un tercio. Fueron el “partido” más grande, paradojalmente. Esta vez se consolida la tendencia hacia el independentismo y la fragmentación política: la mayoría de los electos son independientes, fuera de pacto. Y dentro de pacto. Aquello muy probablemente se proyecte en la elección parlamentaria del próximo año.
La pregunta entonces es, ¿qué pasará con el proyecto de reforma al sistema político, que anunció y se comprometió el Presidente Boric, y que goza de apoyo en la centroderecha y centroizquierda? Había un cierto acuerdo para un proyecto minimalista, cuya ventana de oportunidad parte hoy mismo, por un breve periodo. Aunque resistido por algunos desde la ciencia política -lo consideran demasiado minimalista- es visto por un amplio arco como un punto de partida para combatir el “llanerosolitarismo” y fragmentación. Lo básico: umbral de 5% para que un partido pueda tener representación parlamentaria, y que quien renuncia a su partido, pierde su escaño. También se agregarían medidas para aumentar la disciplina partidaria -que no se desbanden ofreciendo acusaciones constitucionales sin que el presidente del partido lo sepa, como pasó en RN hace pocas semanas-, por ejemplo. Y también se analiza la eliminación de los pactos. De ese modo, quedarán 6 o 7 partidos, Se crearía un incentivo hacia la construcción de grandes partidos (bajo riesgo de extinción de algunos y para robustecer la propuesta). Eso le debiera pasar a Chile Vamos, de modo de enfrentar el intento de sorpasso del P. Republicano con mayor fuerza. Y también al Socialismo Democrático, que debiera unir en un solo espacio al PS y los tres partidos pequeños que orbitan en torno a él: PPD, P Liberal, P Radical. Ello también incentivaría a que el centro tendiera a cuajar en algo común versus la fragmentación actual. Que hoy está dividido entre la DC, y los Amarilos y Demócratas -que han ayudado a la fragmentación y dispersión, por su tamaño, y porque no hay explicación a que estos últimos no sean un solo partido.
Es de esperar que esta reforma no pierda su momentum, que es justo ahora y por pocos meses. Luego la ventana se cerrará, pues caeremos de nuevo en ciclo electoral, con sus rudezas. cortoplacismos y urgencias. Pero es hora de que alguien piense en el largo plazo, es más, en el mediano. La fotografía de una consolidación de la tendencia independentista que deja la municipal, debe ser el acicate para sacar adelante esa reforma, sincerar la realidad de cada sector, y buscar fórmulas de entendimiento basadas en que no haya una suma de fragmentos, cada cual pensando solo en su subsistencia. Hay que pensar en el día después del día después. Si no, ese día será como el de la marmota: un Chile ingobernable, no importa quien gane.
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