Columna de Paula Escobar: La derecha en su laberinto
A la derecha -no sólo a ella, es cierto- le pasó un camión por encima.
Pero algunos no se enteran. Y piensan que seguir usando el mismo mapa, las mismas recetas, las mismas categorías de análisis, les llevará al resultado deseado, sin considerar que su capacidad de articular política desde el veto o el bloqueo se acabó.
Otros en ese sector están en otra postura y, desde allí, disputando la hegemonía. A raíz de la carta de 15 convencionales de Vamos por Chile invitando al diálogo y la reparación con los pueblos originarios, ha surgido un debate duro y sin mucha fraternidad en el sector (en la CC serían candidatos a “reeducación”...). Un debate, a grandes rasgos, entre quienes quieren seguir con el mismo modelo -con algunos retoques- y otros que expresan un deseo de ser parte de la construcción de un nuevo pacto. La derecha economicista y más dura, por un lado, la más dialogante y social, podría decirse, por el otro.
Lo que hicieron las y los “15” convencionales es importante en varias dimensiones. Primero, rompió el pensamiento y el actuar en bloque, de bloque atrincherado, que exhibieron al comienzo de la Convención. Segundo, se hacen cargo, de modo simbólico y declarativo al menos, de un tema esencial en el nuevo pacto, como es el trato a los pueblos originarios. Y, tal como escribió Daniel Mansuy, porque expresa voluntad de diálogo. “Esto es novedoso, porque, hasta ahora, la derecha había estado acostumbrada a refugiarse en condiciones institucionales que le permitían ejercer un poder de veto siendo minoría (...). No le era necesario persuadir, pues le bastaba con su capacidad de bloqueo”, dijo Mansuy, desatando otra ola de réplicas, de nuevo poco fraternas. Que tocó un tema sensible para la derecha, es evidente. Pero es un tema relevante no sólo para ese sector.
Que la derecha o centroderecha haga un proceso de renovación y diálogo, y se abra a ver la realidad, a convencer, a acordar, en definitiva, a evolucionar-, es clave para lo que viene. Porque puede que su votación en las últimas elecciones haya estado menguada, pero su poder no ha disminuido en igual proporción. Habría que ser muy ingenuo para pensar que es un sector desmovilizado. Concentra poder económico, social, institucional, uno que debe ser parte de la construcción del Chile que viene. No basta sólo con que no pueda bloquear, debe abrirse a sacar a algunos de sus adeptos de las burbujas en las que muchos han estado viviendo. Las famosas “tres comunas” del Rechazo representan un desacople de los anhelos mayoritarios.
Esas élites en sus burbujas, también están en un laberinto, en una encrucijada. El camión que pasó fue el estallido social y el proceso constituyente que de él derivó. ¿Pensarán, después de aquello, que no les debe desvelar también el destino de quienes no son parte de su esfera social y política? ¿Podrán ver que el Estado no puede conformarse solo con sacar personas de la pobreza y “nivelar la cancha”? ¿Se habrán dado cuenta los miembros de esa derecha más dura que la fragilidad es vivencia habitual y fuente de angustia para todos, menos para aquellos que tienen los más altos ingresos? Porque la fragilidad no solo la padecen los pobres, sino las amplias clases medias, que viven posestallido y pospandemia entre la pauperización y la vulnerabilidad. Una vulnerabilidad que venía de antes y que se acentuó, tal como revela un contundente informe de COES y Cepal (Clases medias en tiempos de crisis, de varios autores), lanzado esta semana, y lectura obligatoria para candidaturas presidenciales y parlamentarias (y para convencionales). Se hace allí una radiografía muy certera de esas clases medias -en plural- que viven entre la rabia y el miedo, expectantes y tensionadas. Y que se sienten muy lejanas de esas élites.
Hay gran riesgo en la persistencia de ese desacople y desconexión elitaria con el resto del país. Esta debe sumarse a aportar, o “la legitimidad del nuevo pacto social y de quien debe hacer el esfuerzo podría deshacerse rápidamente y generar nuevas turbulencias sociales”, dice el informe COES.
Por eso es importante el rol de quienes se empeñan en renovar y diversificar el pensamiento de un sector identificado con el statu quo. Como dice el informe COES, es clave que la élite no asista a este proceso como un bloque monolítico y hegemónico, “sino que participe con una fragmentación que muestre con mayor convicción qué sectores están a favor de hacerse cargo de los costos que exige esta nueva cohesión social en Chile”.
Esa es exactamente la pregunta para las élites, sean del signo que sean, pero especialmente para las de derecha: quienes están dispuestos allí a hacerse cargo de los costos de hacer una sociedad más justa, más igualitaria y que provea mínimos civilizatorios para todos y todas.
Porque el camión sí pasó, y dejó claro que sin paz y cohesión social no hay posibilidades de futuro en Chile.
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