Columna de Paula Escobar: Reforma de pensiones: ni perfecta ni soñada, pero mejor que lo que hay

JUAN ANTONIO COLOMA
En jornada clave ministra Jara reitera llamado a votar idea de legislar de reforma previsional

Desde el oficialismo, hay quienes piensan que se ha cedido demasiado: se está lejos de que el 6% se destinara entero a solidaridad. Pero tampoco debieran olvidar que el 3 y 3 que estuvo sobre la mesa en el gobierno de Sebastián Piñera lo rechazaron, y que hoy lo considerarían un triunfo. La porfiada realidad es el límite de la política, que siempre es en la medida de lo posible.



Cuando ya parecía imposible, y todo indicaba que la oposición iba a tirar para el próximo periodo la solución a este grave problema, se llegó a un protocolo de acuerdo de tramitación de la reforma de pensiones. De aquí a fin de año la Comisión de Trabajo y la Comisión de Hacienda del Senado deben terminar de tramitar el proyecto, para que pueda ser votado en sala en enero de 2025, y que se despache ese mes por completo del Senado. Luego, continuará su tercer trámite en la Cámara de Diputados.

Es una buena noticia, y en varias dimensiones.

Tras años de tira y afloja, se estaría llegando a un entendimiento no solo en aumentar las cotizaciones, sino en destinar una parte de aquello a un seguro para subir pensiones a jubilados actuales y a compensar a las mujeres. Estas son absurdamente perjudicadas por condiciones y decisiones que la sociedad dice aplaudir, pero que, en la práctica, ha castigado, y que se acumulan al final de la vida. Los menores ingresos asociados a la maternidad (multa por hijo), las lagunas por no poder compatibilizar el rol de cuidado y trabajo y, especialmente, el absurdo castigo por vivir más.

La sociedad no quiere que las mujeres tengan cada vez menos hijos, o que dejen solos a quienes en su familia necesitan cuidados (aquello costaría el 25% del PIB, datos de Comunidad y Banco Central), o que empezaran a perjudicar su salud para repartir la plata en menos años: absurdo. Hoy las mujeres reciben menor pensión porque cuidan y se cuidan. Aquello debiera ser recompensado y no penalizado. Este cambio es fundamental para una sociedad donde la cancha esté nivelada en lo más básico.

Por último, este paso es muy importante para que el mundo político muestre -en conjunto- que sí puede dar respuestas a las necesidades de las personas. Que la PGU sea lo más valorado de las dos gestiones del expresidente Piñera, y que en la última CEP se reitere que pensiones es un tema relevante, así como que se prefiere a los políticos que llegan a acuerdos en vez de perseguir solo sus propias propuestas, también muestra el camino, que esta vez se parece haber privilegiado. Las personas están hartas de la política adversarial y de suma cero, donde quien gana se lleva todo. Si hubo una lección de los procesos constitucionales, era esa: si alguien se quiere llevar la pelota para la casa porque la correlación de fuerzas circunstancial se lo permite, eso es pan para hoy y hambre para mañana.

Prestigia también al Senado la conducta que han exhibido, hasta ahora, en pos de buscar acuerdos posibles y no portazos. El tono más sereno y ponderado de los senadores Galilea y García Ruminot, por nombrar dos, los sitúa en un liderazgo para su sector que encarna la capacidad de mantener diálogo que conduce a cooperación concreta.

Por cierto, no faltan ni faltarán las voces críticas de lado y lado. Desde la oposición, por quienes quieren que todo vaya a cotización individual (sin explicar con claridad de dónde se saca la plata para subir pensiones de miseria actuales). Desde la derecha no deberían olvidar tan rápido lo mucho que se han arrepentido de haberse opuesto a políticas públicas que luego valoraron: la Constitución de Bachelet, por ejemplo, que durante los procesos constitucionales incluso trataron desesperadamente de reflotar… No les vaya a pasar que por exceso de confianza pierdan una buena oportunidad de hacer un cambio que es urgente, razonable y en que el gobierno ha cedido mucho.

Desde el oficialismo, hay quienes piensan que se ha cedido demasiado: se está lejos de que el 6% se destinara entero a solidaridad. Pero tampoco debieran olvidar que el 3 y 3 que estuvo sobre la mesa en el gobierno de Sebastián Piñera lo rechazaron, y que hoy lo considerarían un triunfo. La porfiada realidad es el límite de la política, que siempre es en la medida de lo posible. Esta propuesta, ni perfecta ni soñada, es sin embargo mejor que lo que hay. El pragmatismo de los ministros Marcel y Jara puede llevar a que personas, especialmente mujeres, sometidas a una severa vulnerabilidad económica en la vejez puedan vivir mejor hoy. (Sería importante que no los pongan contra la pared, ni los propios ni la oposición). Es importante también que se acoja lo que el economista Salvador Valdés y otros especialistas han planteado, de empujar a las AFP a mayor competencia a través de licitaciones. Y es de esperar que las AFP hagan sus descargos sin esconderse en el anonimato. Básico.

Con todo, si se saca adelante la reforma -cuya primera piedra podríamos decir que se puso esta semana- no será un logro solo del gobierno, sino de todo el mundo político dispuesto a los acuerdos. Una verdadera vacuna frente al riesgo de populismos de cualquier signo, que justamente construyen su liderazgo divisivo y hostil sobre la base de decir que el sistema completo está roto y no funciona.

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