Columna de Paula Escobar: Reforma o retiro, la banalidad del mal... político
Enfáticos, enérgicos, como si estuvieran defendiendo los más altos valores de la República, un grupo de diputados de la bancada del PPD -incluido el jefe de bancada- lanzó a los cuatro vientos un particular ultimátum: o hay reforma de pensiones o vendrá un nuevo retiro de fondos de pensiones.
Y así, documento en mano, ademanes y todo, congresistas de uno de los partidos oficialistas abrieron la temporada de cacería para una de las más dañinas políticas públicas de los últimos años, cuyas consecuencias estamos pagando hasta hoy y que, como dijo Mario Marcel, “sería dinamitar la recuperación que está teniendo la economía y las perspectivas que tiene hacia adelante”. Además de que harían aún más difícil cualquier posibilidad de subir las pensiones a quienes viven hoy su vejez apremiados y angustiados económicamente.
El fin de la “veda” para los retiros -el viernes pasado- coincidió con dos factores “acelerantes”: la semi o total parálisis de la reforma de pensiones (la derecha, hasta ahora, no se ha allanado realmente a un acuerdo, uno en que ceda algo), y la campaña municipal está tomando tracción y desatando mucha ansiedad, con intensas luchas dentro y fuera de cada coalición por marcar peso electoral.
La diputada Jiles ya había anunciado, de hecho, la “cuenta regresiva”.
Nada sorprendente, pues ella ha hecho de los retiros su plataforma y su agenda principal. Lo que es impresentable es que quienes hayan asumido como suya esta agenda de populismo puro y duro sean de la bancada PPD. No solo por ser partido oficialista -que entonces torpedea y complica a su propio gobierno-, sino que, además, porque son miembros del Socialismo Democrático, es decir, herederos de aquellos que gobernaron los que posiblemente sean los mejores 20 años de Chile, que se precian de su responsabilidad, experiencia en gobernar y solidez técnica, y que están en plan de fortalecimiento de su marca. Que el diputado Raúl Soto, tan serio y adusto cuando fue presidente de la Cámara, se preste ahora para tamaña irresponsabilidad, colocándose codo a codo con la diputada Jiles, es grave y daña esos esfuerzos del SD por construir y marcar identidad nítida y diferenciada. Además, cuando el senador de ese partido Ricardo Lagos Weber está intentando un acuerdo de 4-2, o incluso 5-1, algo ya bastante difícil de rechazar para la derecha, al menos la de Chile Vamos. Y es grave, porque a este gobierno le ha tocado padecer y enfrentar las dramáticas consecuencias de los retiros: una economía sobrecalentada, alta inflación, fondos de pensiones desmedrados, daño al mercado de capitales, alza del costo de los créditos, incluido el hipotecario.
Otra consecuencia, peor aún -y debiera saberlo el PPD-, fue que los retiros abrieron una caja de Pandora muy difícil de cerrar: se aprobó, recordemos, con votos transversales, de derecha también. Es jugar con fuego, más en momentos electorales, en que esto puede avanzar como bola de nieve.
Una cosa es que la derecha -en especial Chile Vamos- sostenga hasta ahora una mirada poco lúcida y rígida en materia de pensiones, sin comprender que este momento es el mejor que tendrán, como dice Eduardo Engel, para hacer una reforma previsional. Perder ese momento, soñando con que tendrán un Parlamento con mayorías suyas, es poco realista y poco pragmático. Es cierto que esa actitud -esperar para poder pasar máquina, en cierto modo- es irresponsable también.
Pero eso no justifica que se haga esta extorsión, que coloca a este grupo de diputados PPD al lado del populismo total. No es la postura oficial del PPD, me dirán. El timonel del partido, el senador Jaime Quintana, les quitó el piso y dijo que “el PPD no apoya ese planteamiento”.
Pero esa respuesta quizás aumenta el daño en vez de achicarlo. Si esos diputados son contrarios a la visión del gobierno al que pertenecen, a las directrices de su partido, de sus ministros, de su coalición, ¿qué hacen ahí? ¿Por qué postularon bajo esa marca? ¿Por qué se les permitió? ¿Es un partido poco menos que un quiosco o una app donde vitrinear? ¿Qué peso tienen los partidos? ¿Qué garantía proveen a quienes votan por ellos, si al final cada uno hace lo que quiere?
“Reforma o retiro” deja muy mal al PPD, pero es un síntoma de un problema que atraviesa todo el sistema de partidos: la indisciplina, el discolaje, el incentivo a ir por la libre. Aún hay partidos oficialistas que no le ven sentido a impulsar una reforma al sistema político, al menos en el requisito del umbral del 5% para la representación parlamentaria, y la pérdida de escaño a quien renuncia a su partido. Dicen que es poco o albergan sospechas. Pero eso, por poco que sea, parece ser lo único posible -por ahora- de poner algún coto a la irresponsabilidad e indisciplina de la política actual. No es lo único, pero es un paso para atacar la banalidad de los malos políticos.
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