Columna de Paula Escobar: Un niño colgando del piso 21
Un impactante video de un niño jugando en el borde de un balcón del piso 21 de un edificio en la comuna de Estación Central, se viralizó la semana pasada. El alcalde Felipe Muñoz dijo que se trataba de una guardería infantil clandestina, que en la comuna tenían un déficit de diez jardines infantiles, y que desde el municipio hicieron llegar los antecedentes a “las policías para que se pueda hacer esta fiscalización”.
Pero con la misma velocidad con que se viralizó el video, ya se olvidó la noticia y por eso escribo esta columna. Mientras otros temas copan la agenda nacional, miles de niños están colgando del balcón, esperando que el acceso a un cuidado y estimulación preescolar de calidad sea un derecho universal, que no depende del bolsillo o la suerte de sus padres, como es ahora.
La crisis de los cuidados ha sido fuertemente agudizada por la pandemia y hay que hacerse cargo de aquello. Partamos por lo primero: se requiere con urgencia recuperar el empleo femenino perdido -diez años de inserción laboral-, producto de los cierres masivos y extensos de salas cunas, jardines y colegios. Chile es el país OCDE que más tiempo los cerró, y por lejos: fue, de hecho, la única de las naciones miembros de la organización que superó los 250 días de cierre de sus escuelas, incluso considerando a Letonia y Polonia, segunda y tercera del ranking. Dramático récord, y con consecuencias devastadoras, para niños y niñas, como para las mujeres. Ese dinero que no entra a esa familia cuando una mujer pierde el empleo puede ser el factor decisivo entre caer o no en pobreza. Para ello es esencial que se cuente con lugares donde dejar a los niños y niñas seguros y aprendiendo. Y el Estado no da abasto. Como decía el alcalde de Estación Central, faltan salas cunas y jardines en sectores que lo requieren urgentemente y donde hay listas de espera que hacen imposible para esas personas salir a trabajar; especialmente si son jefas de hogar y si no tienen familia a la cual recurrir. Y si no hay acceso gratuito, solo queda ir a una sala cuna o jardín privado, que a muchas les tomaría gran parte de su sueldo poder pagar… Es cierto que existe el beneficio de sala cuna pagada por la empresa. Claro, pero solo existe para empresas que tienen más de 20 mujeres contratadas. Y ese dañino artículo 203 del código laboral chileno -transversalmente repudiado, pero inmortal legislativamente hasta ahora- es responsable de que, por un lado, haya este brutal desincentivo a la contratación de la “mujer 20″, de que el “costo” de tener hijos sea imputado sólo por la madre, y que, además, miles de mujeres queden fuera de este beneficio, que en realidad es un derecho de todas, y de los niños y niñas. El proyecto de Ley de Sala Cuna Universal -que lo deroga- está en compás de espera hoy en el Congreso. En junio fue aprobado en la comisión de Trabajo del Senado, en sala se aprobó por amplia mayoría, pero ahora está sin movimiento en la comisión de Educación; sin fecha para ser puesto en tabla. En el oficialismo hay críticas a este proyecto de ley, algunas relacionadas con el costo para el Estado, la provisión o la universalidad, pero son diferencias que podrían abordarse para llegar a una solución de compromiso. La nueva ley tiene camino avanzado, apoyos transversales y -lo más importante- elimina el requisito de 20 mujeres, crea el Fondo de Sala Cuna, considera trabajadoras independientes y un registro nacional de cuidadores. ¡Sin duda es mejor que lo que hay hoy día, en que hay niños sin acceso! El gobierno tiene en su programa un sistema nacional de cuidados, que aborda integralmente este tema. Pero habiendo algo ya avanzado en su trámite, existiendo consenso en la necesidad de aumentar la cobertura del beneficio de la sala cuna a cada menor en Chile, comprendiendo la urgencia del problema, ¿cómo no pensar, desde el Ejecutivo, en abrir el abanico de opciones y gradualizar el proyecto?
Hacer de la sala cuna y el jardín un derecho para todas y todos los menores, más allá del porte o tipo de empresa o empleador, o del tipo de empleo de los padres; aumentar la cantidad y calidad de salas cunas y jardines públicos en sectores deficitarios, y también abrirse a fórmulas que puedan ayudar a las familias en su rol de cuidado, es de urgencia máxima. (La experta Marigen Narea citó en una reciente columna varios e interesantes ejemplos para complementar la oferta formal, desde Inglaterra hasta Uruguay).
No sacamos nada con llamar a los Carabineros a “fiscalizar” las guarderías “clandestinas” y poner el grito en el cielo cada vez, para luego olvidarnos del tema hasta que un nuevo video exponga la crisis de los cuidados de los y las pequeñas. Hay que actuar con decisión y visión. Esta es una oportunidad para gobierno y oposición de llegar a acuerdos que -aunque no sean soluciones perfectas- permitan avanzar y darles solución a esas familias y esos niños y niñas, que no obtienen de parte del Estado el cuidado que se les debe.
¿Qué puede ser más urgente, más transformador y más valioso?
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