Columna de Paula Escobar: Zapato chino
Que la ministra Camila Vallejo haya sido incluida por el Presidente Boric en la visita de Estado a China, se ha transformado en uno de los temas de la semana. Dado que el Presidente de la República tiene derecho a elegir a quienes lo acompañen de gira en otro país, ¿por qué tanto escándalo?
Algo hay de ataque a la ministra Vallejo (también le criticaron por pedir cambiar un auto que se quedaba en pana…). Pero también porque parecieran manifestarse en este episodio tensiones más profundas dentro del oficialismo: que los ministros/as amortiguadores de los desgastes gubernamentales tienden a ser los del Socialismo Democrático, y en menor medida, la vocera, pese a la naturaleza de su rol.
Sea por diseño, convicción o default, son los del Socialismo Democrático quienes más ponen la cara para negociar y comunicar en un ambiente bastante hostil: con una derecha endurecida y unas coaliciones oficialistas cada día menos sinérgicas y más reacias a apoyar per se proyectos de su propio gobierno.
Usando la expresión de moda, el consumo de “capital político” no es equitativo en el gabinete: hay quienes “queman” parte de ese capital a diario y a tasas altas, mientras otros o bien no aparecen mucho en el debate público (y tienen muy bajo conocimiento) o, al parecer, pueden seleccionar agendas menos confrontacionales e intensas en exposición.
Para el Socialismo Democrático no es un dato menor. Aunque en el diseño original iban a quedar en el segundo o tercer anillo, aquello cambió tras el desastre del plebiscito del 4S. Carolina Tohá fue la inclusión más importante, mas no la única, de la generación intermedia de socialistas democráticos -menores en edad que los íconos de la Concertación, pero mayores que los del FA. Ellos llevan las riendas de sectores que implican mucho desafío, mucho incendio, mucha urgencia, como lo son Interior, Segpres, Hacienda, Justicia, RR.EE., OO.PP., Salud, Vivienda. Aunque los ministros Montes y Marcel estuvieron desde el principio, qué duda cabe de que, cada vez más, ven cómo el respeto profesional transversal con que contaban se ha ido mermando: desde la oposición les llueven las críticas.
De los más recientes en el gabinete, el ministro Luis Cordero, por ejemplo, ha sido denominado “el bombero”. Si bien sus vocerías en general son muy buenas, exceden las materias y la intensidad habituales para un ministro de Justicia. Ahí está el ministro Elizalde, buscando votos debajo de las piedras, nadando entre discolajes y gallitos. Para qué decir el subsecretario Monsalve, siempre donde las papas queman. El caso paradigmático de desgaste es el de la ministra del Interior, Carolina Tohá. Le toca lidiar con la preocupación número uno de las personas, la seguridad, que a la vez es uno de los temas “kriptonita” para la unión de las dos coaliciones o almas del oficialismo. Pocos temas separan más las aguas entre el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad que éste. La ministra ha puesto todo su capital político, comunicacional y de experiencia en negociaciones para enfrentar a una derecha endurecida e influida en estas materias por la agenda del P. Republicano, a una presión de opinión pública que elige a Bukele como el Presidente extranjero más popular; y con Apruebo Dignidad a menudo quitándole el piso en votaciones clave. Su mesa de negociación en materia de seguridad se dinamitó tras los indultos que otorgó el presidente Boric. Aquello no solo minó su proyecto estrella, su credibilidad en la materia, sino que le dio a la oposición una razón (o excusa) para bajarse del acuerdo, que se puso muy cuesta arriba desde entonces.
Esta semana ha sido particularmente difícil para la ministra, tanto por el veto gubernamental a la Ley de Usurpaciones como por la aprobación de la llamada Ley Molotov. A pesar de eso, Tohá ha sido firme y perseverante en tratar de sacar adelante una agenda de seguridad en que cuesta anotar triunfos, porque nunca parece ser suficiente para la derecha, y a menudo parece ser demasiado para AD.
En definitiva, el zapato chino del gobierno -esto es, la dificultad de sacar adelante acuerdos en este ambiente tensionado hacia afuera y hacia adentro-, lo enfrentan especialmente ella y los ministros de SD. Y si agregamos que, como muestran algunas encuestas, son Tohá y Vallejo quienes dentro del gabinete tendrían alguna posibilidad presidencial, estos diseños no son nada inocuos.
Pero este asunto no debe encuadrarse como una pelea entre dos mujeres fuertes; ese marco de análisis parece bastante estereotipado: no se trata de dos mujeres compitiendo por el favoritismo presidencial. El punto es político: cuáles son las acciones y decisiones del presidente Boric que ayudan o dificultan la convivencia y unión de sus dos coaliciones.
En definitiva, es una pregunta sobre cómo rebalancear la carga del desgaste dentro del gobierno.
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