Columna de Rodrigo González: Rey Richard vs CODA: el juego de las lágrimas
Rey Richard, la película por la que Will Smith acaba de ganar el Oscar, es además mal cine. Es chata técnicamente, carente de honestidad emocional y está sobrecargada de golpes bajo la línea del cinturón. No pasa la nota 4 utilizando algo así como el generoso estándar de “película de bus interregional”.
Después del llamado “slapgate” (o “escándalo de la bofetada”) del domingo pasado, veremos desde ahora y para siempre a Will Smith bajo otra luz. Se trata de daños irreparables de imagen a uno de los actores más carismáticos de Hollywood y cuesta observar El príncipe del rap, Ali u Hombres de negro sin recordar los ecos de la frase “Saca el nombre de mi esposa de tu maldita boca”.
Un oportuno ejercicio de comparación entre el Will Smith en vivo y en directo y el Will Smith embotellado en una pantalla viene a través Rey Richard: Una familia ganadora, la película por la que se llevó el Oscar a Mejor actor. Se trata de un largometraje algo egomaníaco, producido por las hermanas tenistas Venus y Serena Williams para mayor gloria de su padre Richard Williams, el hombre que se esforzó por llevarlas al éxito.
Si no fuera por el señor Williams, parece decirnos la historia, el mundo jamás se habría enterado de ellas. Gracias a que las protegió de los drogadictos del barrio de Compton (Los Angeles), pudieron salir adelante, triunfar e irse a vivir a una mansión. Es difícil no relacionar al Will Smith en modo vigilante de los Oscar con el desvencijado rey Richard. La diferencia es que el actor maltrata con éxito en televisión, mientras que a Williams le suelen dar varias pateaduras por proteger a sus muchachas.
Pero la película dirigida por Reinaldo Marcus Green es además mal cine. Es chata técnicamente, carente de honestidad emocional y está sobrecargada de golpes bajo la línea del cinturón. No pasa la nota 4 utilizando algo así como el generoso estándar de “película de bus interregional”. Está disponible en la plataforma HBO Max y fue reestrenada en salas a propósito del Oscar, donde todo lo bueno y lo malo que pueda tener se logra apreciar en detalle.
CODA, que también está en algunas salas y además en la plataforma Prime Video, se llevó el Oscar a Mejor película. Tal vez hay que recalcarlo, pues todos los galardones que se entregaron después del exabrupto de Smith fueron eclipsados por razones obvias. Además, obtuvo las estatuillas a Mejor guión adaptado y a Mejor actor secundario para Troy Kotsur.
No es una gran película, pero sirve para darle sentido a una noche de aburrimiento. Tiene la decencia de no pretender más de lo que sus capacidades le permiten y además dura 111 minutos, metraje razonable. La dirige la realizadora Sian Heder, que acá adaptó la historia de la película francesa La familia Bélier (2014), estrenada alguna vez en cines chilenos.
Este largometraje es hijo de la lágrima, al igual que Rey Richard. Hay una familia como núcleo narrativo, prueba quizás de la revalorización de ella en tiempos pandémicos. Todos son sordos a excepción de la hija menor Ruby (Emilia Jones), que brilla como incipiente cantante en el colegio y también ayuda a sus padres en el esforzado rubro de la pesca. También es la intérprete de ellos (padre, madre y hermano mayor) en el pueblo donde viven y debe acompañarlos a todos lados, incluyendo reuniones de sindicatos y regateos con los clientes.
Básicamente Ruby es una chica con demasiado trabajo a una edad en que debería estar pasándola mejor en la vida. Su tren de tareas diarias se parece en ese sentido al de las esforzadas hermanas Williams, siempre a poca distancia de las exigencias paternas. La diferencia es que Frank Rossi (Troy Kotsur), el padre, no la ve destinada a enmendar todos los malos acontecimientos de su vida o a concretar sus anhelos. Sabe que a cierta edad es mejor dejar que los muchachos caminen solos.
Hay que ser muy hábil para hacer una buena película con un protagonista insoportable y Reinaldo Marcus Green no lo demuestra en Rey Richard. Al revés, hay que tener una razonable dosis de talento para acertar con un filme muy simple y Sian Heder lo posee.
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