Columna de Rolf Lüders: Balde de agua fría
La variación anual del Imacec de septiembre recién pasado fue nula. Esto cayó como un balde de agua fría en el gobierno. El propio Presidente de la República ha descalificado a los analistas que pronosticaban bajas tasas de crecimiento económico para el país, como los agoreros de siempre. No obstante, pareciera ahora que estos últimos están en lo cierto. En efecto, todo indica que en 2024 el país ni siquiera crecerá a la modesta tasa estimada por el Ministerio de Hacienda para fines presupuestarios.
Es cierto que la mencionada tasa de crecimiento económica de cero por ciento sintetiza en forma brutal, y quizás injusta, el récord actual del país en la materia. No es menos cierto que este dato no es más que el resultado de las políticas económicas aplicadas. En efecto, el empantanamiento de la economía chilena data de la segunda década de este siglo, en que se implementaron reformas económicas y políticas que redujeron los incentivos al ahorro y la inversión. Es la época en que las exportaciones físicas -que venían creciendo a altas tasas- se estancaron, exponiendo una economía que perdió su competitividad (Estudios Públicos, 2024).
Sin duda que contribuyó a este estancamiento similar fenómeno a nivel internacional. Si Chile hubiese mantenido el hambre por crecer que tuvo en décadas previas, habría adoptado aquellas políticas necesarias para seguir creciendo a altas tasas. En vez de ello, Chile se embarcó en un movimiento de carácter estatista que pretendió lograr una mayor justicia social, pero que sólo logró estancar la economía. Milton Friedman solía decir que la sociedad que antepone la igualdad a la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas, en cambio, la sociedad que antepone la libertad a la igualdad obtendrá ambas en gran medida.
Chile ha cambiado desde entonces. La información disponible sugiere que el crecimiento económico -después de la seguridad- ha pasado a ser el objetivo de política más deseado por la población. Probablemente, y por fin, el país ha tomado conciencia de que sin crecimiento no hay justicia social. Sabemos también que los chilenos se inclinan por realizar cambios, pero desean que ellos se realicen en forma moderada (PNUD, 2024).
Para escapar de la trampa de los países de ingreso medio, en que me temo Chile ha caído, el país debe volver a crecer económicamente a tasas que al menos dupliquen aquellas exiguas que actualmente se proyectan. Para que esto sea posible -en un ambiente internacional que, en vista de los resultados de la elección de EE.UU. se podría tornar más proteccionista- el país debe, entre otras cosas, luchar decididamente en contra de la permisología que lo aqueja, flexibilizar su mercado laboral, y -por sobre todo- ofrecerle a los inversionistas, en forma creíble, mayores certezas institucionales.
Por Rolf Lüders, economista
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