Columna de Sylvia Eyzaguirre: La democracia pende de un hilo
La inseguridad aparece como la principal cuestión que preocupa a los chilenos. La delincuencia, asaltos y robos mantiene el primer lugar de los problemas que debería dedicar mayor esfuerzo el gobierno; considerablemente más atrás le sigue el narcotráfico, que aumentó 11 puntos porcentuales desde la última medición. El aumento de la preocupación por el narcotráfico y la violencia ha impactado de forma negativa el aprecio por la democracia y las libertades. Si bien todavía el 47% considera que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno frente al 31% que considera que da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario, preocupa la tendencia. El aprecio por la democracia disminuyó en 23% respecto de 2021 y la indiferencia ante un régimen autoritario o uno democrático aumentó en 82%. En relación con las libertades y la seguridad, el cambio es aún más pronunciado. La última encuesta CEP muestra que solo el 9% le da mucho valor a que haya libertades públicas y privadas, mientras que el 73% le asigna mucho valor a que haya orden público y seguridad ciudadana. Para que se hagan una idea, entre 2019 y 2024 disminuyó en 59% quienes valoran más las libertades y aumentó en 152% quienes valoran más la seguridad. Estas tendencias no debieran sorprendernos, toda vez que las personas suelen valorar más precisamente aquello de que carecen. Pero que no nos sorprendan no significa que no nos deban preocupar, especialmente en el escenario actual, donde la política se encuentra desprestigiada.
Si analizamos la confianza ciudadana en las instituciones, se advierte que las únicas que cuentan con más del 50% de confianza ciudadana son la PDI, Carabineros, Fuerzas Armadas y las universidades. Es una buena noticia que las fuerzas de orden cuenten con la confianza de la ciudadanía. Sin embargo, no son ellas las llamadas a resolver el problema de seguridad, sino el poder político, al cual deben estar sometidas. Y aquí radica nuestro principal problema.
El principal problema de Chile es político. El 58% de la población califica la situación política del país de mala o muy mala. Y cómo no, si los partidos políticos y el Congreso son las instituciones con la menor confianza ciudadana: sólo el 4% dice confiar en los partidos políticos y el 8% en el Congreso. El 63% de las personas encuestadas dice no identificarse con ningún partido político en un escenario donde hay más de 20 partidos. Paradojalmente, la proliferación de partidos no ha logrado cautivar a los votantes, por el contrario, sólo se observa una mayor apatía. El partido político que genera la mayor simpatía, según la última encuesta CEP, es el Partido Socialista, con apenas 5%; le siguen el Partido Republicano y Renovación Nacional con 4%; el resto de los partidos obtiene un porcentaje menor. ¿Qué legitimidad tienen los partidos si la ciudadanía no se identifica ni confía en ellos? ¿Es posible gobernar con partidos políticos de papel? ¿Es viable la democracia sin ellos?
La encuesta CEP revela señales preocupantes para la democracia. Por una parte, la última encuesta confirma la tendencia a una mayor tolerancia a medidas autoritarias en pos de ofrecer mayores grados de seguridad. Por otra parte, la penúltima encuesta mostró un preocupante deterioro de la percepción de los chilenos respecto de los inmigrantes. Estos dos elementos han sido claves en otras partes del mundo para el surgimiento de gobiernos populistas, demagogos o autoritarios, ¿por qué nosotros deberíamos ser la excepción?
Los datos llaman a encender las alarmas y el concierto internacional nos entrega claros ejemplos de hacia dónde podría virar nuestra política nacional. Urge más que nunca una reformar al sistema político y electoral. Sin esta, el desafío que enfrentamos en materia de seguridad correrá la misma suerte que los desafíos en salud, pensiones, economía y educación.
Por Sylvia Eyzaguirre, investigadora CEP
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