Columna de Tomás Rau: “Segundo portazo al litio”
"La industria del litio puede proveer importantes recursos a la nación. Sólo el 2022 la explotación privada de este elemento entregó US$ 5 mil millones al Estado (el 62,5% de lo que espera recaudar el pacto fiscal). Pero no se vislumbra un impulso a dicha industria con los últimos anuncios. Con lo intrincado del proceso político que vive Chile, esperemos que la ideología no siga entorpeciendo el desarrollo del país. "
Chile tiene el 41% de las reservas mundiales de litio y en la actualidad, es el segundo mayor productor de derivados de litio en el mundo, después de Australia. Aunque nuestro país cuenta con un 60% más de reservas de litio que el país oceánico, produce solo la mitad y podría pasar al tercer lugar, superado por Argentina, en los próximos años.
Hace unos meses, el gobierno anunció la estrategia nacional del litio donde plantea el control del Estado en los proyectos de exploración, explotación y desarrollo, dando un rol preponderante a Enami y Codelco. La semana pasada, el presidente Boric expresó que rechazaba la idea de declarar el litio concesible, como sí lo es el cobre, y que seguiría siendo “de todos los chilenos y chilenas”. En consecuencia, se refuerza la idea de que será el Estado el principal motor en la extracción y explotación del litio, dejando un rol secundario a los privados. ¿Segundo portazo al litio?
Esa excesiva fe en el Estado es la misma que ha primado en otros proyectos del gobierno como la, poco convocante, reforma previsional. ¿Podrá Codelco, una entidad desfinanciada, liderar la estrategia nacional del litio? ¿En cuántos años? El costo de relegar a los privados a un segundo plano es altísimo. El precio del carbonato de litio superó los US$ 80 mil por tonelada en 2022, pero de acuerdo a proyecciones de Bank of America, cerraría este año en US$ 35 mil por tonelada, y seguiría cayendo a US$ 27,5 en 2024 y a US$ 20 mil en 2027. Si a eso se suma la irrupción del mercado del litio reciclado para fines de esta década, probablemente terminemos hablando de una oportunidad perdida.
El Estado chileno puede ser un actor relevante en la industria del litio como lo es en la del cobre, con cabida para empresas públicas y privadas. Prohibir el control privado de algunas empresas en la explotación del litio no obedece a un tema técnico, sino que a uno ideológico. De muestra, un botón: hace pocos días se conocieron los resultados del primer semestre de 2023 de Antofagasta plc. La empresa del grupo Luksic duplicó los excedentes de Codelco (US$ 765 millones vs. US$ 329 millones, antes de impuestos). Se podrá argumentar que los yacimientos de Antofagasta plc. son más recientes y con mejor “ley”, pero los hechos son claros: los excedentes de Codelco no alcanzarán ni para cubrir los intereses de su propia deuda.
Pero el litio es más que economía. Además de su uso en la fabricación de baterías, vital en la industria de la electromovilidad, también es un medicamento psiquiátrico crucial en el tratamiento del trastorno bipolar, ayudando a estabilizar el estado de ánimo de quienes lo padecen. Y como dijo el economista Ffrench-Davis hace unos años, la economía chilena es muy bipolar. Por lo tanto, pareciera que el litio supone una ventaja estratégica doble para nuestro país.
La industria del litio puede proveer importantes recursos a la nación. Sólo el 2022 la explotación privada de este elemento entregó US$ 5 mil millones al Estado (el 62,5% de lo que espera recaudar el pacto fiscal). Pero no se vislumbra un impulso a dicha industria con los últimos anuncios. Con lo intrincado del proceso político que vive Chile, esperemos que la ideología no siga entorpeciendo el desarrollo del país. Julio se llevó a Cecilia y agosto a Jackson. Veamos qué nos deparan los meses venideros. Pueda ser que salgamos de este estancamiento y hagamos un compromiso para retomar la senda del crecimiento, aunque sea sin “firmar un documento” como cantaba La Incomparable…
* El autor es profesor titular y director del Instituto de Economía UC.