Comenzó el duro aterrizaje de la economía chilena
Las cifras muestran que el país ya no está en un proceso de ajuste suave, sino más bien turbulento. El ciclo recesivo podría durar hasta mediados del 2023 o más, dependiendo de la estabilidad política interna.
Si bien era algo esperado, constatar que la mayor parte de las cifras que dan cuenta de la actividad económica comienzan a desplomarse al mismo tiempo, no deja de impresionar. El crecimiento, el empleo, las remuneraciones, las ventas del comercio y otras dieron cuenta esta semana de que la economía chilena tendrá un duro aterrizaje durante el segundo semestre del presente año. Si a ello se agrega que lo único que sube es la inflación, entonces se puede decir que estamos atrapados en una suerte de tormenta perfecta.
Si bien para el mercado el día jueves era clave -ese día se conocía el índice de actividad de julio-, lo cierto es que las cifras que entregó el INE el miércoles encendieron todas las alarmas. Las fuertes caídas en la producción en el sector industrial, la minería, manufacturas y comercio superaron las esperadas por los analistas. En el caso del comercio, la contracción fue de dos dígitos -11,2%-, dando cuenta de que los excesos de liquidez producto de los bonos y retiros están completamente evaporados y que las personas están en línea con el ciclo recesivo que viene. En este sector, incluso las ventas de automóviles registraron su primera caída en 18 meses.
En medio de este escenario, el Banco Central anunció el jueves que el Índice Mensual de Actividad Económica subió en julio apenas 1% en 12 meses, ratificando el escenario de declive. Se trata del alza anual más acotada desde principios del 2021, y si se toma respecto del mes precedente, representa una caída de 1,1%, la peor en más de dos años. Este indicador completa así siete de los últimos ocho meses a la baja.
La conclusión de todo esto es que si bien el aterrizaje de la economía nacional era esperable, no así su ritmo. De este modo, si el pronóstico es que podíamos tener un aterrizaje suave, ahora todo indica que será bastante turbulento.
Las estimaciones indican que julio sería el último mes con cifras positivas en la comparación anual. A partir de agosto el mercado está considerando números negativos de crecimiento, algo que duraría hasta el segundo semestre del 2023. En otras palabras, lo peor está por venir, ya que la economía chilena está entrando directamente en una recesión.
Se trata de un proceso que está resultando muy doloroso para la población. Por una parte, está la inflación, que se espera alcance en agosto un 14% en doce meses, cifra muy alta y que, entre otros efectos, llevaría a que las remuneraciones reales caigan por octavo mes en el año, reduciendo en forma importante el nivel de compra de los trabajadores. Al mismo tiempo, las ofertas de empleo se desplomaron, alcanzando su menor nivel en un año, con lo que las perspectivas para el mercado laboral son muy pesimistas.
Mirando hacia adelante, la situación dependerá de varios factores, aunque, como ya se indicó, no se esperan buenas noticias hasta mediados del próximo año. Aparte de la situación externa, en el caso de Chile importa mucho la inestabilidad que se está viviendo producto de los cambios políticos, las reformas económicas -como la tributaria- y por lo que significa el plebiscito de este domingo. En ese sentido, el mercado baraja diversas alternativas dependiendo de cuál sea el resultado, pero por sobre todo parece clave el clima de acuerdos que existirá luego del referéndum y si estos son pro o en contra del mercado, algo que sin duda marcará la evolución del tipo de cambio, la tasa de inversión y la capacidad de crecimiento futuro. Lo anterior considerando que el crecimiento tendencial para Chile en los próximos años no supera el 2%, una cifra bajísima respecto de la historia reciente y en comparación a otros países de desarrollo similar.
El ajuste que está viviendo la economía chilena tiene una parte necesaria, que es intentar detener la inflación a niveles razonables. Esto es algo que está sucediendo en la mayor parte de los países del mundo. Pero, al mismo tiempo, el caso particular de Chile tiene un componente de inestabilidad interna que está y puede seguir haciendo el ajuste más doloroso y largo de lo necesario.
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