Compromiso de condonación del CAE

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Si bien el gobierno ha ratificado que concretará esta promesa de campaña, sorprende que a estas alturas todavía se desconozcan detalles esenciales de la propuesta.



Una vez más apareció en el debate público el tema de la condonación del Crédito con Aval del Estado (CAE). Y no porque -como ocurría frecuentemente en gobiernos anteriores- sus deudores estén alertando de las cuotas que deben pagar, sino porque el propio subsecretario de Educación Superior se refirió al tema en entrevista con este medio, ocasión en la que reafirmó que el gobierno sigue firme en el cumplimiento de dicho compromiso de campaña.

Pese a ello, éste fue incapaz de entregar más detalles respecto al mecanismo que se pretende seguir y, en cambio, mantuvo una ambigüedad que, a más de un año de asumida la actual administración -y tratándose de una medida que se supone fue analizada para la elaboración del programa de gobierno- demuestra en este tema desprolijidad por parte del Ministerio de Educación. Más aún cuando la autoridad señala que “nos sentimos protegiendo la responsabilidad fiscal al plantear una reforma al financiamiento que incluya un plan de condonación”. Es dudoso que se apele a la responsabilidad fiscal cuando se busca comprometer un gasto que, según los entendidos, podría llegar a los US$ 10.000 millones, sin siquiera haber definido el modo en que dichos recursos se ejecutarán y el mecanismo que vendrá a suplir el sistema de crédito en cuestión. Para tener un orden de magnitud, esto equivale a más de cuatro veces el gasto público anual que se destina a financiar la gratuidad y becas de educación superior.

Por lo demás, tanto el anuncio como la medida de condonación propiamente tal, son muy poco convenientes por el desincentivo que producen al pago de las deudas vigentes. De hecho, los continuos anuncios de condonación ya han tenido un efecto en la morosidad del CAE, que se incrementó de forma inédita tras el triunfo del actual Mandatario. Ello no solo representa una amenaza para el CAE, sino para cualquier sistema de créditos estudiantiles que quisiera implementarse en el futuro. Y, en último término, también afecta la viabilidad de un sistema de educación superior que no puede depender netamente de la gratuidad y requiere de un financiamiento conjunto del Estado y las familias.

Así, si bien es cierto que el CAE tiene aspectos que pueden mejorarse, en especial para quienes se atrasan en el pago de sus cuotas, es necesario reconocer que gracias a las reformas que éste tuvo durante el primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera, ya tiene una tasa de interés fija y baja respecto a préstamos comparables, así como ofrece la posibilidad de rebajar las cuotas en caso de que excedan el 10% del sueldo o suspender el pago en caso de cesantía. De esta forma, pretender que sus beneficiarios han sido víctimas a quienes se debe compensar mediante una condonación, constituye una distorsión de un programa estatal que ha permitido que un número significativo de estudiantes pueda costear lo que previamente les era inaccesible.

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