Constitución: reflexión desde tres miradas

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10 de febrero del 2022/SANTIAGO Los constituyentes, durante la Sesión N° 39 Sistema Político en el ex congreso nacional de Santiago. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO

"En un contexto en donde se levantan una serie de derechos fundamentales sin mayores contrapesos, urge definir un principio que permita por ejemplo dirimir entre el derecho de propiedad o vivienda o la vida de un ser humano versus el derecho de un río a un caudal ecológico".



Si bien Alejandro Magno de Macedonia pasó a la historia por conquistar al invencible Rey de Reyes de Persia, la razón de cómo llegó a realizarlo es todavía motivo de estudio. Si bien heredó de su padre Filipo un gran ejército y tuvo como tutor a Aristóteles, la razón por la cual trascendió se forjó en los primeros dos años de su mandato cuando antes de enfrentar a Darío III de Persia, pudo internamente fortalecer los vínculos entre Macedonia, Esparta, Tebas y Atenas entre otras para configurar una Liga Panhelénica que le permitiese enfrentar unido y fortalecido los desafíos futuros. En un contexto distinto, es fundamental poder entender el trabajo constitucional como la base de convergencia para enfrentar unidos y fortalecidos los grandes desafíos que tenemos por delante, en donde, en virtud de lo que ha sido el avance de la Convención, se vislumbran tres reflexiones que necesariamente vale la pena profundizar:

Primero, la Constitución es una propuesta que nos une y no que nos divide. Llama la atención que las grandes transformaciones enarboladas como la plurinacionalidad, discriminación por etnia o fin de la igualdad ante la ley, un nuevo tipo de aborto sin límite, la expropiación de fondos privados o un cuestionamiento de la cámara alta para ser cambiado por un esquema desconociendo nuestra historia constitucional sean fundamentales en la propuesta de la Convención, pero en su génesis genere profundas divisiones. Si el objetivo era construir en base un fuerte apoyo transversal, en vez de lograr unión, se debilita el estado de derecho y se siembra una gran cizaña que no augura una sana convivencia entre personas que comparten el anhelo de vivir en comunidad.

Segundo, el concepto de sostenibilidad como principio fundamental de priorización de políticas públicas debe ser protagonista. En un contexto en donde se levantan una serie de derechos fundamentales sin mayores contrapesos, urge definir un principio que permita por ejemplo dirimir entre el derecho de propiedad o vivienda o la vida de un ser humano versus el derecho de un río a un caudal ecológico. En la medida que toda política pública se estructure promoviendo la interacción de los pilares social, ambiental y económico, cuyo entrelazamiento logre mejorar la calidad de vida intergeneracional de las personas será la única manera de poder darle sostenibilidad al sistema. Si este concepto no es levantado, la vía judicial sin un hilo conductor que lo regule implica el surgimiento de un vacío con múltiples interpretaciones, demandas o conflictos en el camino.

Tercero, la prosperidad y mejora en la calidad de vida de las personas no se logra ni por decreto ni menos por un artículo en la constitución, sino se construye por medio de la coherencia y consistencia de políticas públicas adecuadas. En ese sentido, hay un ímpetu por reconocer derechos y artículos en donde no se priorizan las bases y principios para sostenerlos. Como ejemplo, se habla mucho de un estado ecológico o de dotar de derechos a la naturaleza, pero no se transparenta que el país requiere de una masiva y gigante inversión que transforme a Chile de un país importador fósil a un referente en materia de descarbonización. Si el concepto de resguardo a la propiedad privada, cumplimiento del estado de derecho y cese a la violencia no tiene una clara definición basal que promueva la convivencia e inversión, se corre el riesgo de plantear voluntariosa e inocentemente un estado de frustración permanente.

Se dice que una de las causas del estallido fue la desconexión de las élites con la realidad y en estos momentos, si no se logran los grandes consensos que entren en sintonía con la ciudadanía, puede que el trabajo constitucional pierda toda su legitimidad. Para no quedar entrampados, desde distintas esferas necesitamos unirnos para que más allá de las legítimas aspiraciones o planteamientos vociferantes que imponen la victimización sobre el bien común, se logre poner a las personas al centro como parte de un sentido común que entregue prosperidad y sostenibilidad a Chile.

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