De entorno vuca a entorno fida
El desafío que implicó adaptarse de golpe a esta nueva realidad nos está dejando grandes aprendizajes, al tiempo que ha revelado nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo.
Vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad son los conceptos que -en inglés- forman la sigla VUCA, que se creó para definir el entorno en que se desenvuelven las organizaciones en la actualidad.
Un acrónimo que surgió hace años, pero que este 2020 se hizo evidente: la pandemia trajo una crisis multi-dimensional que generó transformaciones profundas y, probablemente, nuevas formas de ser empresa.
El desafío que implicó adaptarse de golpe a esta nueva realidad nos está dejando grandes aprendizajes, al tiempo que ha revelado nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo que podríamos englobar en cuatro elementos críticos: flexibilidad, innovación, digitalización y agilidad (FIDA).
Flexibilidad en primer lugar, porque este año como nunca las empresas tuvieron que llevar transformaciones profundas en tiempo récord motivadas, principalmente, por el trabajo remoto (a nivel interno) y la distancia física con sus stakeholders (a nivel externo). El cambio de hábito que generó el distanciamiento social es un ejemplo: si antes el cliente tenía que buscar el producto, hoy el producto debe llegar donde el cliente esté, lo que ha requerido de cambios de paradigmas y una logística que tuvo que ser reformulada.
Las estructuras organizacionales, por su parte, se volvieron más horizontales y menos jerárquicas, un modelo que se mantendrá y, seguramente, se profundizará en los próximos años.
Innovación, no sólo como desarrollo de nuevos productos o procesos, sino para seguir creciendo en medio de un entorno desafiante y encontrar soluciones eficaces frente a las adversidades que nos planteó esta una nueva realidad.
La digitalización, factor crítico para hacer más eficientes los procesos internos, y también en lo relacionado con el uso y análisis de datos. Si antes hablábamos de comunicación de masas, hoy vivimos un desafío opuesto: entender y atender las necesidades particulares para ofrecer soluciones atomizadas y hechas a la medida.
Que la agilidad esté al final no es antojadizo, ya que se trata de una condición sine qua non para lograr todas las anteriores. En efecto, el mayor aprendizaje que nos ha dejado la pandemia es que las organizaciones ágiles en la toma de decisiones e implementación de sistemas y procesos han salido fortalecidas. Las que no lo eran, por otra parte, se han visto forzadas a eliminar grasa y hacerse más livianas para seguir siendo sostenibles.
Con la llegada de la vacuna empezamos el principio del fin de esta crisis, pero estas variables llegaron para instalarse de manera permanente y, seguramente, definirán el futuro de las organizaciones.
-La autora es presidenta de Humanitas/ Cornerstone International Group