Debilitado rol del Ministerio de la Mujer
La sucesión de renuncias de ministras y el escaso papel que hoy desempeña el Ministerio en la agenda pública parecen sugerir que los temas de género han dejado de ser una prioridad.
Tras la renuncia de Isabel Plá como ministra de la Mujer y Equidad de Género en marzo, el cargo permaneció en calidad de subrogancia por casi dos meses -un hecho ciertamente anómalo, que una cartera haya permanecido tanto tiempo sin su titular-, hasta que asumió Macarena Santelices. Apenas alcanzó a durar 34 días en el cargo, cuya breve gestión estuvo marcada por varias polémicas y desaciertos, los que finalmente terminaron sellando su suerte, siendo reemplazada por Mónica Zalaquett.
Aun cuando desde comienzos de los años 90 existe un servicio especializado del Estado encargado de generar políticas públicas relacionadas con la mujer, fue en 2016 cuando formalmente debutó este ministerio, el cual se creó precisamente para reforzar la acción del Estado en una variada agenda de temas que han adquirido especial relevancia en la sociedad actual, cada vez más sensible y comprometida con los temas de género, tal como lo prueban las multitudinarias marchas de los últimos años en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Es evidente que a pesar de los avances que se han producido en esta materia, aún queda mucho por recorrer. La brecha salarial todavía sigue siendo acentuada en nuestro país -la destrucción de empleos y caída en las remuneraciones a raíz de la pandemia están profundizando aún más esa realidad-, y menos del 50% de las mujeres trabaja remuneradamente. Su insuficiente presencia en los espacios de tomas de decisiones es una carencia que muchas veces ha sido alertada como un grave defecto con que aún carga nuestra institucionalidad -también en el ámbito de la empresa-, y el hecho de que más del 40% de los hogares esté encabezado por una jefa de hogar pone de manifiesto la necesidad de nuevas orientaciones en las políticas públicas. El rostro más amargo de esta agenda es sin duda la violencia intrafamiliar, donde las agresiones a mujeres y femicidios sitúan al país entres aquellos con mayor prevalencia de este tipo de delitos dentro de la región.
El programa de gobierno de la actual administración es abundante en cuanto a los objetivos que se pretenden lograr en materia de igualdad de derechos, deberes, trato y participación, autonomía e integración laboral, así como en terminar con la violencia hacia la mujer. Este interés no se condice, sin embargo, con el errático devenir que ha caracterizado al Ministerio de la Mujer en este período. La exagerada rotativa ministerial es señal de que ha existido escaso interés por consolidar equipos y estrategias perdurables, que efectivamente reflejen la prioridad que los temas de género deberían tener en la agenda pública y en las líneas de acción del propio gobierno. Esta evidente falta de presencia de las temáticas relacionadas con la realidad de la mujer contrasta con lo que se vio en 2018, a poco de iniciado el actual gobierno, cuando tras masivas movilizaciones se comprometió una robusta agenda mujer que propuso el gobierno, la que fue perdiendo fuerza.
El gobierno debe empeñarse ahora en que las temáticas de género retomarán el debido protagonismo, para lo cual es fundamental que procure que el Ministerio de la Mujer deje de estar sumido en polémicas absurdas y se transforme en una instancia técnicamente sólida y relevante en su rol político.
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