Debilitamiento del mercado laboral
Es momento de sopesar la ralentización prolongada del empleo en Chile y buscar medidas urgentes para retomar la generación acelerada de puestos de trabajo.
El alza reciente en la desocupación hasta 8,8% en el trimestre terminado en julio reactivó la preocupación de muchos sobre el desempeño del mercado laboral. No obstante, las dificultades que exhibe la generación de nuevos empleos distan mucho de ser un problema puramente coyuntural asociado al periodo económico contractivo en curso.
Por ejemplo, la ocupación llegó en julio a un poco más de 9 millones de personas, sin siquiera superar los niveles prepandemia y prácticamente estancada desde comienzos de año. La tasa de ocupación -que mide el número de ocupados en relación a la población en edad de trabajar- se ubicó en el último trimestre terminado en julio en 55,6%, tres puntos por debajo de los niveles prepandemia (enero de 2020). Esto implica que para recuperar los niveles exhibidos previo a la crisis sanitaria la economía chilena tendría que crear unos 490 mil empleos adicionales.
La Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) muestra una realidad parecida. El ingreso medio se mantuvo prácticamente estancado entre 2019 y 2022, al revisar la serie en términos reales. Mientras en 2019 el ingreso medio de los trabajadores chilenos llegaba a $764 mil mensuales -a pesos de 2022-, el año pasado alcanzó a $758 mil, sin presentar variaciones significativas en relación al periodo prepandemia. Un informe del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, en que analiza los recientes resultados de la ESI, revela que el estancamiento en los ingresos se ha mantenido desde 2017.
¿Qué explica este verdadero “frenazo” del mercado laboral? Es evidente que el impacto de un crecimiento débil desde 2014 en adelante ha sido profundo. En el pasado reciente un sector político cuestionó los beneficios del crecimiento a la ciudadanía y comenzó un proceso gradual de reformas que desconocieron lo avanzado en términos económicos y sociales. Lamentablemente, el menor crecimiento ha mermado los ingresos de las familias y está entre las principales causas del malestar que hoy aqueja a los chilenos.
La discusión actual en diversas materias no contribuye mucho a un cambio de tendencia en materia laboral. La reducción de la jornada semanal a 40 horas, el aumento en el salario mínimo a 500 mil y la eventual alza en las cotizaciones a costo del empleador -entre otras-, son medidas que previsiblemente tendrán impactos significativos en la creación de empleo formal. Por su parte, el rezago que muestra la inversión y la débil recuperación de la actividad anticipan un dinamismo acotado del mercado laboral en lo sucesivo.
La pregunta de fondo es qué iniciativas se están implementando para revertir un escenario que a todas luces tiene componentes estructurales. Las autoridades actuales parecen empeñadas en insistir con algunas de sus reformas sin detenerse a considerar los efectos acumulativos de las ya implementadas y las nuevas en discusión. Es momento de sopesar la ralentización prolongada del empleo en Chile y buscar medidas urgentes para retomar la generación acelerada de puestos de trabajo.
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