Definición de criterios para la apertura

Una persona es atendida en el Restaurant Café de Luis que abrió sus puertas hoy lunes debido a la primera fase de desconfinamiento en las regiones de Los Ríos y Aysén. Foto: Agencia Uno.

Es un paso importante que el gobierno haya precisado las fases e indicadores de salud para avanzar hacia este objetivo, pero aún se requiere un plan más exhaustivo.



El gobierno presentó a la opinión pública el plan “Paso a Paso”, programa que establece un proceso de desconfinamiento gradual, con cinco fases -cuarentena, transición, preparación, apertura inicial y apertura total-, además de establecer los indicadores de salud esenciales que permitirán ir pasando de una fase a otra. Era una medida que se aguardaba con especial interés, ya que dicha carta de navegación resulta fundamental para que la ciudadanía y las empresas comiencen a prepararse con antelación para cuando se inicie la fase de apertura.

El hecho de que ya se pueda estar pensando en cómo ir liberando en forma gradual las actuales restricciones es en sí misma una noticia positiva, reflejo de índices que muestran un progresivo descenso en el número de contagios, menor ocupación de camas UCI -tanto en la Región Metropolitana (RM) como a nivel nacional el promedio está bajo el 90%- y un “índice Re” que se aproxima a niveles en que la transmisión de contagios se vuelve más acotada. Todavía no ha llegado el momento en que las numerosas comunas que se encuentran en cuarentena total -y donde se ubica la mayor parte de la población- entren a la fase 2 o de “transición”, pero es posible que ese momento ya no esté tan alejado.

La experiencia internacional sugiere que las fases de apertura revisten complejidades, en particular por el riesgo de reaparición de brotes. Es el caso de España -en particular Barcelona-, o lo que está ocurriendo en varias zonas de Estados Unidos, que está llevando a récord diarios de contagios. El país debe ir internalizando dichas experiencias, donde será fundamental que la población sea debidamente educada para vivir en una “nueva normalidad”. Quizás uno de los aspectos más complejos es transmitir apropiadamente la idea de que hasta que no exista una vacuna será necesario mantener una serie de restricciones sanitarias y ninguna actividad podrá retomar su ritmo tal como ocurría antes de la pandemia.

Definir las fases para la apertura era un paso fundamental, pero aún se requieren medidas adicionales. Por de pronto, este plan debe ser más sensibilizado en distintas instancias, pues resulta esencial que no existan discrepancias en torno a los parámetros científicos, a fin de reducir el riesgo de polémicas que confundan a la población, y tener claridad de cómo será la apertura territorial, si por comunas o por macrozonas. Asimismo, es indispensable comenzar a evaluar cómo será el regreso en actividades esenciales para el país, como colegios y educación superior, centros comerciales, centros médicos y uso del transporte público, entre muchos otros.

Una variable que resultará fundamental en el mediano y largo plazo es de qué forma se protegerá a la población de mayor riesgo, en particular tercera edad y aquellos con patologías de base. El plan que se dio a conocer establece restricciones de movilidad para los mayores de 75 años, quienes recién podrán abandonar la cuarentena total una vez que se alcance la apertura avanzada. Con más de 2 millones de adultos mayores en el país, dentro de los cuales cerca de un millón tiene más de 75 años, probablemente será necesario idear medidas de aislamiento a gran escala, hasta que no se disponga de una vacuna.

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