Definiciones del nuevo ministro de Educación
Es bienvenido que la autoridad muestra una actitud más dialogante y que la recuperación de aprendizajes esté en el centro de su quehacer, pero resta aún por despejar una serie de aspectos en la agenda que pretende desplegar.
El nuevo ministro de Educación, Nicolás Cataldo (PC), en entrevista con este medio, se explayó respecto del énfasis que espera darle a su gestión, señalando que la reactivación y recuperación de aprendizajes será el aspecto central. También señaló que se requiere revisar la estrategia legislativa para enfrentar los compromisos contraídos en el programa de gobierno, en tanto que reconoció que hay una tarea pendiente en educación parvularia.
Su designación ha causado cierto escozor en algunos sectores de oposición, que ven con suspicacia que el Partido Comunista asuma una cartera tan estratégica, considerando que la propia trayectoria del PC en materia educacional ha sido controversial, particularmente porque desde los gremios docentes y estudiantiles han impulsado la estrategia de las movilizaciones y paralización de clases, ha sido crítico de las pruebas de evaluación -como el Simce, que el gobierno ya buscó suspender, por ahora sin éxito-, en tanto que en lo referido a la violencia, sobre todo en liceos emblemáticos, también ha sido muy ambiguo.
Cataldo ha tratado de desestimar estos temores, por de pronto adoptando un tono más conciliador y enfatizando la importancia de poner el acento en la gestión. El nuevo ministro deberá demostrar ahora con hechos que no buscará impulsar desde aquí una agenda tan ideológicamente marcada, como fue el caso de su antecesor. En ese sentido, es una buena señal que respecto del programa de educación sexual integral, que fue objeto de una intensa polémica, reconozca que dicho plan “hay que revisarlo bien en términos políticos”, para evitar que continúe despertando tanta resistencia en algunos sectores.
Uno de los aspectos más cuestionados del anterior ministro fue lo tardío de asumir que la recuperación de aprendizajes -donde los retrocesos experimentados durante la pandemia han quedado crudamente expuestos en la última medición del Simce- y la normalización de la asistencia escolar debían constituir la prioridad indiscutida de esta cartera. El balance que ha entregado el Ministerio respecto de la recuperación de asistencia escolar muestra un cierto avance al término del primer semestre, pero aún el 40% muestra una inasistencia reiterada o grave.
Si bien resulta un contraste notorio respecto de la gestión anterior que el nuevo ministro haya mencionado que lo central será recuperar los aprendizajes, es importante despejar el alcance de sus palabras, cuando señala que las condiciones habilitantes para ello pasan por hacerse cargo de “temas estructurales”, ya que sería complejo si finalmente implicara insistir en agendas controvertidas.
También es un paso importante que estableciera que no cabe tolerar que los conflictos en los contextos de movilización se expresen en acciones abiertamente delictivas -apuntando por ejemplo a la quema de micros, o el amedrentamiento hacia los estudiantes que no quieren movilizarse-, pero es complejo que estime que quede entregado a las propias comunidades educativas resolver si corresponde el ingreso de Carabineros cuando hay violencia al interior de los establecimientos, pues finalmente es la autoridad la que tiene la obligación inexcusable de asegurar la integridad de la comunidad estudiantil.
Entre otros aspectos medulares resta por clarificar cuántos recursos públicos -así como su fuente de financiamiento- pretende comprometer el gobierno en la condonación del CAE y la llamada “deuda histórica” de los profesores, pero al menos estas primeras definiciones parecen traslucir una aproximación distinta de lo visto hasta ahora.
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