SEÑOR DIRECTOR:
Los politólogos Steven Levitsky y Lucan Way advierten en un extenso artículo en Foreign Affairs sobre un inminente retroceso democrático estadounidense bajo la segunda administración de Trump. Afirman que, dadas las mayorías en el poder Legislativo y Judicial, podrían hacer avanzar al país más poderoso del mundo y su sólida democracia hacia un autoritarismo competitivo, tal como Hungría, Venezuela o Turquía, afectando el estado de derecho y el principio de equilibrio de poderes.
Durante las elecciones de 2024 en EE.UU. y 2023 en Argentina, los sectores progresistas usaron como banderas de lucha la defensa de la democracia. Para ello, apuntaron a la unidad contra la extrema derecha. Y en ambos casos fueron estrepitosamente derrotados.
Para marzo, los partidos de la centroizquierda esperan con ansias la respuesta de la expresidenta Bachelet para correr por un tercer mandato presidencial. Sus gobiernos estuvieron marcados por políticas redistributivas y avances en muchas cosas impensadas con anterioridad, sobre todo para las mujeres.
Esta vez, se requiere más que un relato de unidad contra los autócratas para poder ganar las elecciones. El progresismo carece de un relato político sustantivo, así como de raíces sociales, como aún las tiene el Partido de los Trabajadores en Brasil, que alcanzó apenas para sostener la candidatura de Lula. Se requiere una reflexión profunda, una construcción política sólida, que permita también hacerse cargo de las omisiones programáticas, la ineficiencia, verborrea y soberbia como sello del actual gobierno y esta generación política. De lo contrario, todo apunta a que podríamos perder a una referente mundial clave del progresismo.
Javiera Arce Riffo
Cientista política
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