Desafiante panorama económico mundial
Es relevante que el discurso público de las nuevas autoridades desarraigue expresiones confusas en materia económica, que crean nuevos desincentivos a la actividad privada.
En su informe Perspectivas Económicas Mundiales recientemente publicado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) refleja un desafiante panorama para el mundo este año y el próximo. Pese a que en un comienzo los analistas habían acotado los efectos de la guerra en la actividad mundial, esperando un conflicto de corto alcance, el FMI echa por tierra esta expectativa y reconoce que “las perspectivas económicas mundiales han sufrido un grave revés, debido en gran medida a la invasión rusa de Ucrania”.
Para este año y el próximo, el organismo multilateral espera un crecimiento de 3,6%. Para 2022, la corrección fue más severa (-0,8 puntos porcentuales), en gran medida arrastrada por los efectos del conflicto bélico, cuyos efectos en la Zona Euro la harían crecer a un ritmo de 2,8% este año y 2,3% el próximo.
Un énfasis especial dedica el informe al problema inflacionario mundial. El FMI señala que “las perturbaciones relacionadas con la guerra amplifican” las presiones inflacionarias que ya estaban presentes antes del conflicto y ahora proyectan “que la inflación permanecerá elevada por mucho más tiempo”. De materializarse un escenario inflacionario más adverso, los bancos centrales deberían retirar los estímulos monetarios con mayor rapidez, con riesgos contractivos adicionales y existe el riesgo de que “los aumentos de precios de los alimentos y los combustibles también pueden incrementar considerablemente las probabilidades de malestar social en los países más pobres”.
Para Chile el panorama no es mucho más esperanzador. El FMI estima que este año la economía local crecerá 1,5% -en línea con las expectativas del Banco Central- y solo un 0,5% en 2023. La desaceleración esperada para este año y el próximo es necesaria, toda vez que el desalineamiento del gasto interno ha creado un peligroso déficit de cuenta corriente. El informe estima que este año la economía chilena anotará un déficit de cuenta corriente de 4,5% del PIB, uno de los más altos de todo el continente americano.
El panorama mundial es una útil alerta a las definiciones de políticas públicas locales. En primer lugar, dada la espiral inflacionaria global es imprescindible evitar crear presiones internas adicionales sobre los precios, lo que implica rechazar nuevos retiros de las AFP y transferencias del Estado. Además, el gobierno debe crear mecanismos para reactivar la actividad privada, con especial foco en la inversión. Pese a que hubo un esfuerzo en el programa Chile Apoya, éste parece estar enfocado más en las familias y en las empresas de menor tamaño, desconociendo el importante rol que juegan las grandes empresas en la actividad local.
Pero quizás lo más relevante es que el discurso público de las nuevas autoridades desarraigue expresiones confusas en materia económica, que crean nuevos desincentivos a la actividad privada. No descartar de plano una fijación de precios, tener un lenguaje confuso con los derechos de propiedad -incluyendo los derechos de autor- o el apoyo a iniciativas de la Convención con claro sesgo antiempresa -entre otros-, son señales que tendrán severos efectos sobre la actividad económica futura.
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