¿Desconfinamientos precipitados?
Nueva Zelandia y Australia en el hemisferio sur, y España, Alemania, Italia, Japón, Corea del Sur, China y Francia en el hemisferio norte, iniciaron hace rato el desconfinamiento, aunque por fases, tras eliminar o aplanar sus curvas de contagios y víctimas fatales de Covid-19. La tarea no ha sido en lo absoluto sencilla y ha requerido una serie factores para ponerlas en marcha: baja más que considerable de casos y muertos, hospitales no saturados, rastreo de positivos, respeto del distanciamiento social y uso de mascarillas, credibilidad en los respectivos gobiernos y paciencia.
Pero ante incipientes aunque mínimos “rebrotes”, incluso algunos de esos países han debido dar marcha atrás en sus desconfinamientos: ocurrió en Beijing debido a un centenar de casos hace un par de semanas; en Itaewon, un barrio bohemio de Seúl; en algunas partes de Tokio; y en Melbourne, Cataluña y Renania del Norte-Westfalia, la semana pasada.
Distinto ha sido el caso de otras naciones que han puesto en marcha sus fases de desconfinamiento e intentos por retomar la “normalidad”, como Estados Unidos. Pese a que este país sigue siendo el epicentro del virus a nivel global, con casi 3 millones de casos y 132 mil muertos (400 por millón de habitantes), varios estados abandonaron las cuarentenas con una consecuencia para muchos previsible: tras reabrir el comercio, bares, restaurantes y otros sitios públicos, ahora 39 estados presentan una tendencia al alza en los contagios.
Florida es uno de los tantos puntos en Estados Unidos que ejemplifican lo que la OMS ha insistido que no se haga: 100 mil nuevos casos en pocos días. A su vez, Arizona bate récords de hospitalizaciones y las UCI en Houston (Texas) están al borde de colapsar. Quien ha insistido en que el desconfinamiento debe concretarse sí o sí no es otro que el propio Presidente Donald Trump, que además se ha negado a utilizar mascarilla. Ante este escenario, alcaldes del sur y el oeste de EE.UU. alertaron el domingo que sus ciudades están en riesgo de verse sobrepasadas.
Otro caso, aunque muy diferente, ocurrió días atrás en Buenos Aires. Pese a que Argentina no tiene ni por cerca las cifras de contagios y fallecidos que el resto de la región (77.815 y 1.507, respectivamente), el gobierno anunció que la cuarentena se extenderá hasta el 17 de julio en Buenos Aires y la periferia de la capital. Esto, después de una leve alza de casos y luego que se habilitara la actividad deportiva.
Esta nueva etapa permite que solo puedan abrir los comercios de carácter esencial, además de sectores industriales que ya estaban habilitados en cada distrito. En el transporte urbano solo se permite el acceso a trabajadores de actividades y servicios esenciales, lo mismo para los autos particulares. “Si hubiéramos seguido el camino de Brasil o Chile, aunque las comparaciones sean odiosas, hoy en la Argentina tendríamos entre 250.000 y 600.000 contagios”, dijo el jefe de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Hay también otros lugares que pese a la dramática alza de casos y muertos, han puesto en marcha la reapertura de sectores específicos. Eso ocurrió en Perú, que registra 302 mil contagios y 10.589 fallecidos (321 por millón de habitantes), y que ahora promueve la reapertura de su economía, fuertemente golpeada por la pandemia. El país levantó la cuarentena en 18 de las 25 regiones del país, pero las imágenes de esa “nueva normalidad” -con paraderos abarrotados y aglomeraciones en Lima- han puesto en discusión si se hizo de forma muy anticipada.
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