Deserción de deportistas cubanos
Este tipo de casos es un recordatorio de las precarias condiciones económicas en que vive la mayor parte de los cubanos y la ausencia de libertades políticas esenciales.
La solicitud de asilo que un grupo de deportistas cubanos ha elevado a las autoridades chilenas -luego de haber desertado tras su participación en los Juegos Panamericanos- ha abierto un inesperado flanco político para el gobierno, ya que eventualmente obligaría a tener que pronunciarse sobre la situación interna de Cuba, algo que podría generar tensiones con el Partido Comunista chileno. Lo cierto es que la Cámara de Diputadas y Diputados, a instancias de parlamentarios de oposición, aprobó un proyecto de acuerdo solicitándole al gobierno que entregue asilo a los deportistas.
El gobierno por ahora ha tratado de evitar escalar esta situación, señalando que los atletas tienen en este momento una situación migratoria regularizada, pues cuentan con una visa que les permite estar en el país por 90 días, lo que podría ser prorrogable. Pero llama la atención de sobremanera la forma en que el PC ha abordado esta situación, donde su presidente lo atribuye a las adversas condiciones económicas a que se ven sometidos los cubanos producto del embargo aplicado por Estados Unidos. Algunos de sus dirigentes han puesto en duda que pudiera caber algún tipo de protección para los deportistas, pues algo así se justificaría en la medida que fuesen perseguidos, ignorando con ello las duras sanciones a las que se podrían ver expuestos en caso de que decidan retornar a la isla.
Las deserciones de deportistas cubanos, aprovechando competencias internacionales, es algo frecuente -sólo este año se reportan más de 60 casos, y en 2022 se registraron más de 200-, ante lo que cabe interrogarse sobre las razones del fenómeno. Después de todo, Cuba cuenta con eficientes programas de desarrollo deportivo, lo que le permite a la isla sobresalir en las más variadas disciplinas deportivas. Está a la vista que lo que debería ser un verdadero oasis para los deportistas, en los hechos dista mucho de ello. Los magros salarios a los que pueden aspirar los deportistas de elite -en comparación a los que reciben sus pares de otros países- a la larga son un potente incentivo para buscar oportunidades fuera de la isla. No debe extrañar que las delegaciones de deportistas cubanos frecuentemente sean acompañadas por funcionarios del gobierno que vigilan estrictamente cada movimiento, controlando los horarios y lugares en que pueden desplazarse.
Cuba es una economía que ofrece magras perspectivas -algunos estudios indican que más del 80% de la población vive en pobreza extrema-, consecuencia de las estrictas políticas dirigistas que ha impulsado el Partido Comunista cubano; atribuir esta precariedad mayormente al embargo norteamericano es desconocer que el sistema sobre el cual se funda la “revolución” no sólo impide un verdadero desarrollo, sino que además supone un altísimo costo para sus ciudadanos en términos de ausencia de libertades políticas esenciales así como el padecimiento de sistemáticas violaciones a los derechos humanos, algo que seguramente también debe pesar a la hora de decidir abandonar el país.
Es evidente que la fuga de deportistas -así como de entrenadores altamente calificados- a la larga afectará el rendimiento de Cuba, y como contrapartida beneficiará a los países que los reciben -Chile de hecho ya cuenta con tres atletas de origen cubano que decidieron no volver a la isla, obtuvieron la nacionalidad por gracia y han dado grandes éxitos al país. Pero esto no debe hacer perder de vista que las “deserciones” sólo pueden tener lugar en regímenes donde no hay libertades y con escasas posibilidades de desarrollo.
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