Desoladores resultados en materia educacional
El fuerte retroceso en matemáticas que reveló la prueba Timss -que además profundizó la brecha entre niños y niñas- revela en toda su magnitud los problemas estructurales de nuestro sistema educacional, que no están siendo abordados con la urgencia requerida.
Dos recientes mediciones internacionales -la prueba Timss, que mide el rendimiento en matemáticas y ciencias en alumnos de 4° y 8° básico, y la evaluación de competencias de la población adulta llevada a cabo por la OCDE- han arrojado resultados desoladores, que ponen en el centro de la discusión las debilidades que presenta nuestro sistema educacional, que no está logrando entregar las competencias básicas para una porción importante de estudiantes y que luego serán necesarias en la vida adulta.
La prueba Timss ha entregado insumos particularmente reveladores, que ciertamente deben encender las alarmas porque están mostrando rezagos que de no tomar medidas urgentes probablemente serán muy difíciles de revertir. Al observar los resultados para matemáticas en el caso de Chile, en 4° básico se aprecia un estancamiento respecto de los resultados obtenidos en 2019, pero aun así el puntaje está muy por debajo del promedio internacional. Para el caso de 8° básico, en tanto, se advierte un severo deterioro. Si bien en la medición global la mayoría de los países presenta una caída, en el caso de Chile resulta especialmente pronunciada. Solo el 57% de los estudiantes alcanzó un nivel de 400 puntos o más, contra el 70% que se registró en 2019, devolviéndonos a los niveles de 2011.
No es el único hallazgo. También resulta evidente que la brecha entre niños y niñas se profundizó en ambos niveles -en favor de los primeros-, donde para el caso de 8° básico dicha diferencia aumentó de 9 a 22 puntos respecto de 2019, siendo considerablemente superior al promedio internacional (de solo seis puntos). Como recuerda la Agencia de Calidad de la Educación, en 4° básico la brecha por sexo había desaparecido en 2015, mientras que en 8° básico la diferencia no era significativa en 2019.
Es una realidad escandalosa comprobar que las futuras generaciones presentan rezagos tan significativos, con el agravante de que las niñas aparecen como las más perjudicadas, lo que desde ya atenta contra el objetivo fundamental de avanzar hacia una sociedad que vaya reduciendo las brechas entre hombres y mujeres. El gran debate que debería estar teniendo el país es cómo corregir nuestros procesos de aprendizaje -los malos resultados de Timss no podrían atribuirse solo al impacto de la pandemia, sino que reflejan problemas más estructurales-, lo que supondría cambios fundamentales en la manera como se hacen las cosas en las salas de clase, partiendo por las competencias de los profesores. Pero en cambio nuestro debate sigue atrapado en la inmediatez y en satisfacer aspiraciones ideológicas, como por ejemplo condonar las deudas del CAE y aumentar la gratuidad en educación superior. Ello sin contar que aún no se logran niveles satisfactorios para recuperar la asistencia escolar, además del grave daño que provocan los crecientes niveles de violencia en establecimientos emblemáticos del sector público.
No debe extrañar que estas deficiencias en la formación escolar luego repercutan en la vida adulta, como reveló la evaluación de la OCDE, donde el 44% de los adultos en Chile presentan competencias insuficientes tanto en comprensión de textos como en matemáticas y en resolución dinámica de problemas, el peor resultado de los 31 países que fueron evaluados. De seguir por este camino, Chile se estará quedando atrás en el desafiante entorno que se avecina, donde el éxito de las sociedades dependerá críticamente de los niveles de conocimiento de la población.