Dilaciones en obligatoriedad del Kínder
Es una negativa señal que una iniciativa necesaria y que gozó de transversal apoyo, inexplicablemente se haya entrabado en el Senado.
La semana pasada, el proyecto de ley que pretende materializar la obligatoriedad del kínder sufrió un incomprensible revés en el Senado. Si bien en 2013 ya se había aprobado de forma unánime una reforma constitucional en esa línea, ahora se busca hacer efectiva dicha modificación al establecer este nivel educativo como requisito para ingresar a primero básico. Esta exigencia recién entraría en vigencia desde el año 2022, siempre y cuando se apruebe prontamente.
Es un proyecto de ley simple, pero que viene a refrendar un propósito en el que se suponía había consenso y que permitirá incorporar a la educación parvularia como un nivel significativo para el desarrollo de los niños. La evidencia relativa a la importancia de la educación temprana, especialmente para quienes viven en condiciones socioeconómicas más adversas, está extensamente desarrollada y validada. Si bien en esta etapa no se contemplan planes de estudio en el mismo sentido que en los cursos posteriores, se espera que su obligatoriedad posibilite una mejor transición hacia la educación básica, contribuyendo con reducir las brechas que se generan temprano en la vida. La Cámara de Diputados, por su parte, introdujo una indicación que, con el objeto de evitar evaluaciones a esta edad, estableció que la certificación de este nivel se reducirá a la circunstancia de haberlo cursado.
El proyecto de ley había sido aprobado por los diputados, así como también por la Comisión de Educación del Senado, donde no se habían introducido modificaciones al texto aprobado en general. Al momento de ser votado en la Sala, sin embargo, una mayoría de legisladores de oposición decidió echar pie atrás y devolver el proyecto a la Comisión, abriendo un nuevo plazo para presentar indicaciones. Revisadas las mismas, se constata que todas apuntan a suprimir la idea matriz del proyecto, tornando en letra muerta la iniciativa.
Entre los argumentos a los que han recurrido los senadores está la reticencia a una escolarización temprana, tema que a estas alturas se habría esperado ya estuviera zanjado, tanto con la reforma constitucional que impuso la obligatoriedad del kínder como con la creación de toda una institucionalidad en el Ministerio de Educación para hacerse cargo de este nivel educativo, incluida la Subsecretaría, pero también el Sistema de Aseguramiento de la Calidad. De igual forma, las indicaciones introducidas en la Cámara de Diputados apuntaron precisamente a salvaguardar ese aspecto. Asimismo, se han expresado críticas a la supuesta privatización de la educación parvularia que induciría su obligatoriedad, lo que no parece encontrar mayor sustento.
Con todo, es lamentable que los senadores demoren un proyecto tan simple y necesario como éste, al punto de amenazar su aprobación. Poner en duda una materia en la que había un consenso no solo afecta el tema de la educación parvularia propiamente tal, sino también la validez de una reforma constitucional que en su momento contó con apoyo transversal.
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