Economía Azul: inversionistas sustentables comprometidos con los océanos
El valor económico de los activos oceánicos del mundo es de alrededor de US$ 24 billones, lo que convierte a esta economía en la séptima más grande del mundo.
El valor económico de los activos oceánicos del mundo es de alrededor de US$ 24 billones, lo que convierte a esta economía en la séptima más grande del mundo. La llamada “economía azul sustentable” no solo es crucial para la salud de las personas y del planeta, sino que también tiene sentido desde el punto de vista comercial.
Sin embargo, la situación de los océanos se está deteriorando debido a la aceleración del cambio climático, la contaminación por el uso de plásticos y la sobreexplotación de la pesca, situación en la que los inversionistas pueden ayudar a través de una participación activa.
De acuerdo a una investigación de Credit Suisse y Responsible Investor, más de un tercio de los grandes inversionistas institucionales cree que la “economía azul” es uno de los temas de inversión sustentable más importantes de 2020, aunque sigue siendo una de las áreas en la que menos invierten debido a la falta de soluciones disponibles.
Pese a ello, el grupo de inversionistas privados e institucionales interesados en apoyar a empresas que administran de buena manera los océanos es cada vez más grande. Además, en el último tiempo se ha dado una tendencia creciente a utilizar el rol influyente que tienen para impactar positivamente en las actividades y el comportamiento de las empresas al hacerlas responsables de mantener estándares ESG.
Por ejemplo, en 2016 los inversionistas de la cadena de supermercados Tesco, de Reino Unido, pidieron a la compañía vender solo pescados y mariscos certificados como sustentables por el Marine Stewardship Council. Hoy, la firma posee una política de abastecimiento que apunta a que el 100% de sus productos del mar provenga de fuentes sustentables certificadas y está involucrada en iniciativas de la industria que promueven la transparencia.
Siguiendo este ejemplo, los inversionistas tienen la oportunidad de participar en la mitigación del cambio climático, en promover el uso de la energía renovable marítima, en prevenir la contaminación generada por los plásticos, y en el desarrollo de una pesca y acuicultura sustentables.
La pregunta que cabe hacerse es qué resultados tangibles pueden generar con su influencia. Podemos abarcarlos en cuatro: lograr un mejor posicionamiento competitivo de la compañía en la que invierten- ya que el cambio a modelos más sustentables atrae a los consumidores-, reducir los riesgos para la reputación de dicha empresa –puesto que una mejor gobernanza conduce a la implementación de prácticas contra el lavado de dinero y evita huelgas y protestas laborales-, adelantarse a los riesgos regulatorios y evitar impuestos a la contaminación gracias a equipos e infraestructura innovadores-, y mejorar las clasificaciones de ESG.
Por tanto, a través de su rol los inversionistas pueden ayudar a lograr resultados financieros positivos a la vez que reducen tanto los riesgos para los océanos como para las empresas y mejoran su competitividad, algo relevante, ya que esperamos que en los próximos años esta economía vaya adquiriendo gran importancia como tema de inversión.