Editorial: El Apruebo es la mejor opción para el país

Temáticas de la Constitución de la Republica de Chile


A estas alturas, parece evidente que existe un consenso mayoritario en el país en torno a la necesidad de modificar la actual Constitución. Esto queda claro al constatar que, incluso aquellos que apoyan la opción Rechazo que considera el plebiscito de octubre, han señalado su voluntad de entrar en un proceso de cambio que han llamado “rechazo para reformar”.

Se entiende entonces que lo que está en juego no es la voluntad de cambiar la Constitución, sino la forma. Para los partidarios del Apruebo, se trata de redactar un nuevo texto ya sea a través de una Comisión Mixta o una Convención Constitucional. Para los que apoyan el Rechazo, la idea es reformar la actual carta en el Parlamento.

Si bien ambas visiones son válidas e igualmente legítimas y de alguna manera podrían alcanzar similar objetivo, la opción del Apruebo parece ser la más razonable para lograr no solo el objetivo constitucional, sino también el de paz social, en el sentido que contempla para ello un proceso ya establecido con reglas conocidas: con plebiscitos de entrada y salida, con elección de constituyentes, y con quórums que obligan a alcanzar amplios consensos.

En esto, es importante recordar el contexto del acuerdo, el que se enmarca dentro de la grave crisis social y política que vivía el país a fines del año pasado y que, en algún momento, pareció poner en jaque al sistema democrático. En ese marco, los partidos políticos, atendiendo la movilización de la ciudadanía y el llamado formulado por el Presidente de la República, acordaron una salida institucional a través del pacto por la paz social y una nueva Constitución, que fijó las condiciones para elaborar una nueva carta. Pero también, era un llamado a la paz y una condena a la violencia.

El citado acuerdo significó un punto de inflexión importante en los agitados días que vivía el país. Si bien persistieron algunas manifestaciones y también ciertos actos de violencia, es claro que la mayor parte de la ciudadanía apoyó las bases del citado pacto. Por ello, si la idea es cambiar la Constitución, lo más razonable es hacerlo como lo propone ese pacto.

Por otra parte, al mirar el apoyo público que está recibiendo la opción del Apruebo, se constata que no solo agrupa a la centroizquierda, sino que también a una parte no menor de la centroderecha. En otras palabras, estamos frente a una opción muy transversal, que representa distintos pensamientos políticos, lo que es fundamental no solo para la redacción de la nueva Constitución, sino también para que goce de amplia legitimidad de origen, uno de los aspectos más cuestionados de la actual carta magna.

Dicho lo anterior, para que el proceso llegue a buen puerto deben existir ciertas condiciones. La primera y más fundamental, es que esta discusión constitucional se haga en un clima de respeto y de paz. En esto, los actores políticos y sociales que participen del proceso deben ser muy firmes en condenar cualquier ambiente de violencia que se produzca y evitar que se creen presiones indebidas.

En segundo lugar, se requiere empezar la discusión de los temas de fondo, porque los plazos son breves. Redactar una Constitución es una materia fundamental. Por ello, se espera que los distintos actores comiencen a presentar y discutir sus proyectos. Qué quieren mantener y qué quieren cambiar, y qué impacto tienen esas medidas sobre los derechos y deberes de las personas.

Tercero, entender que si bien se ha usado la imagen de la “hoja en blanco”, eso no debe ser sinónimo de partir de cero. Diversos expertos en la materia han advertido que eso fue precisamente el error de la Constitución de 1980, que hoy tanto se critica. En ese sentido, las constituciones son pactos intergeneracionales, donde el pasado, el presente y el futuro se juntan. Para esto, Chile tiene una larga y rica tradición constitucional que debe ser rescatada para la elaboración de esta nueva carta, algo que no impide cambiar, ni la hace menos nueva y original; solo más consciente de la historia -los países no parten de cero- y por ello más duradera.