El dedazo
...Aún no sabemos si es la candidata Narváez o su pecado de origen lo que no le permite despegar. Sin embargo, el sentido común indica que pretender defenestrarla impulsivamente para apostar por otro dedazo no sería más que una nueva muestra de ceguera...
En una lúcida y crítica entrevista dada por Carolina Tohá a La Tercera, dejó entrever uno de los males que afectaron a la Nueva Mayoría: la perdida de sintonía fina con las subjetividades, las expectativas y las emociones de la ciudadanía.
Los ímpetus transformadores de la coalición comandada por Michelle Bachelet terminaron embriagando a sus líderes, que acumularon poder político al tiempo que descuidaron el flanco de la representación social que los mandataba. En palabras de Tohá, “lograr esas reformas no era simplemente juntar los votos en el Parlamento, esas reformas demandaban atención a temores fundados que tenían las personas”.
Tanto fue así que, entre tiras y aflojas, finalmente la Nueva Mayoría logró aprobar en el Parlamento aquellas reformas que en su diagnóstico tanto exigía la ciudadanía, pero terminaron entregando el gobierno a la derecha. En lo grueso, su propio electorado no se sintió reflejado en el derrotero bacheletista, al parecer ajeno y desconectado de su experiencia vital cotidiana. El error entonces fue no entender, por ejemplo, que el clamor por mejor educación convivía con una subjetividad claramente más individualista y aspiracional que la que proyectaban los ideólogos del sector.
Pero como buena parte de la clase política opera en piloto automático, la reflexión pública de Tohá no pasó de una catarsis ni hizo mayor eco en las huestes de su sector, con quienes de seguro reflexionó antes y en privado su diagnóstico.
Tan poca resonancia tuvieron esas deliberaciones que, ante la falta de liderazgos socialistas para la Presidencia de la República, el bacheletismo no encontró mejor idea que un dedazo de la expresidenta a su factótum Paula Narváez.
A mi juicio, un grueso error de lectura de la sociedad. Nuevamente, una incapacidad de sintonizar con las subjetividades en curso tan tosca que resulta difícil de entender. ¿O es que no tomaron mínima nota de lo que se trató el estallido social, al que, por lo visto, se acoplaron sin adentrarse seriamente en sus causas?
Si algo quedó claro luego de ese 18 de octubre, fue que la demanda por dignidad provenía, entre otras cosas, de una rabia profunda y dolorosa por la desigualdad social, expresada en los privilegios de las élites, incluidas las políticas. Una vivencia de desigualdad alimentada por una experiencia vital de permanentes dedazos en favor de los “privilegiados de siempre”, de los apitutados en la pega, los apernados en política y “los hijos de” en las gerencias y directorios de las empresas.
La ceguera de la estrategia del dedo pronto se cobró como víctima a la misma candidata que el dedazo pretendía ungir, al no permitirle ser más propuesta que heredera de Bachelet. En corto, una privilegiada más.
Hoy, Narváez navega en la incertidumbre de toda candidata que no logra despegar en las encuestas y del creciente desapego de quienes tantas ilusiones pusieron en el dedo de la expresidenta. Una perplejidad que no permite despejar la paja del trigo y que termina por apuntarla a ella como carente de talante necesario para asumir el desafío.
Pero aún no sabemos si es la candidata o su pecado de origen lo que no le permite despegar. Sin embargo, el sentido común indica que pretender defenestrarla impulsivamente para apostar por otro dedazo no sería más que una nueva muestra de ceguera.
El desafío estratégico de esa candidatura no es en lo inmediato apuntalar su escaso conocimiento, más aún si es al costo de hacerla popular como ahijada de Bachelet. Precisamente, gracias a que no es tan conocida, aún está a tiempo de alejarse de ese dedazo lacerante y construir una propuesta de valor propia.
Soltar amarras y ofrecer al país una candidatura que, junto con mostrar gobernabilidad, encarne un proyecto transformador en sintonía con los temores y anhelos sociales. En fin, nada muy distinto que tomar en serio el diagnóstico de Carolina Tohá.
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