El difícil desafío de Daniel Noboa en Ecuador
El candidato centroderechista, que se hará cargo de un país sumido en la peor crisis de seguridad de su historia y cansado de la política tradicional, tendrá sólo un año y medio para llevar adelante sus promesas.
Daniel Noboa logró finalmente lo que su padre no pudo concretar en cinco ocasiones: llegar a la Presidencia de Ecuador. Y lo hizo con un claro triunfo en la segunda vuelta electoral del domingo frente a la candidata del correísta Movimiento Revolución Ciudadana, Luisa González. Un 52% de los ecuatorianos que concurrieron a las urnas, es decir, poco más de 5 millones 100 mil personas, se inclinaron por el joven dirigente de la alianza Acción Democrática, frente a 47% de su contrincante, convirtiéndolo así en el Mandatario más joven de la historia de ese país, con sólo 35 años y el más joven de toda la región. Un dato que no es irrelevante al momento de analizar las razones que llevaron a Noboa a ganar una contienda donde sólo semanas antes de la primera vuelta electoral, en agosto pasado, marcaba poco más de 3 puntos y lejos de la opción de disputar la Presidencia.
Detrás del triunfo está evidentemente un cansancio de la sociedad ecuatoriana frente a la política tradicional, en momentos en que Ecuador atraviesa no sólo una compleja situación económica, sino más grave aún, una severa crisis de seguridad que lo llevó a pasar de ser el segundo país más seguro de la región hace poco más de cinco años, a tener una tasa de casi 30 homicidios por cada 100 mil habitantes, situándose como el tercero más violento, detrás de Honduras y Venezuela. El crimen del candidato presidencial Fernando Villavicencio, en agosto pasado, fue un punto de inflexión que terminó catapultando a Noboa a la Presidencia. Pero al contrario de lo que algunos hubieran esperado, los ecuatorianos no se inclinaron por un candidato que promoviera un discurso de mano dura al estilo de Nayib Bukele, sino por una figura joven que promete renovar la política y darle un impulso a la economía del país.
Por delante, sin embargo, Noboa tiene un desafío monumental, no solo porque gobernará por apenas un año y medio, hasta que se cumpla el periodo del actual Mandatario Guillermo Lasso -quien adelantó las elecciones en mayo pasado en medio de la disputa con el Congreso- sino que deberá responder a las altas expectativas de la población. Para ello, considerando que su alianza tiene sólo 13 de 137 representantes en el Congreso unicameral de Ecuador, deberá trabajar por forjar alianzas con sectores moderados que le permitan gobernar. Los centroderechistas Partido Social Cristiano, Avanza y el Movimiento Construye, del asesinado candidato Fernando Villavicencio, son las principales opciones para armar una base de apoyo legislativo, aunque será una mayoría leve que superará estrechamente los 68 votos necesarios. Una situación que obligará a probar la capacidad negociadora del futuro Mandatario.
Su victoria marcó un duro revés para el correísmo y podría representar el principio del declive de ese sector, según algunos analistas ecuatorianos. Sin embargo, la clave estará en la capacidad de Noboa de concretar sus promesas electorales en el poco tiempo que tendrá de mandato. No sólo ha prometido una política de promoción de inversiones a través de la simplificación de los trámites y los incentivos tributarios, sino también una fuerte política de empleo en un país con un 54% de trabajo informal. Pero todo ello pasará por lograr dar señales claras sobre el mejoramiento de la seguridad. Los altos índices de violencia no sólo elevaron el riesgo país sino han generado un fuerte desincentivo a la inversión. Sólo el resultado de ese objetivo permitirá saber si, como se preguntaba The New York Times hace algunos días, Noboa es la respuesta a la necesidad de cambio de Ecuador.
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