El entusiasmo de Hacienda versus la inquietud del Banco Central
La volátil economía mundial y la persistencia de la inflación hablan de un escenario difícil para Chile, por lo que se debe ser cuidadoso a la hora de entregar señales muy optimistas.
La economía chilena enfrenta un momento complejo, pues la inflación se ha mantenido alta por un largo período, el exceso de gasto no se ha corregido y el escenario externo se ha vuelto más incierto. Las palabras de la presidente del Banco Central, Rossana Costa, en la presentación ante la Comisión de Hacienda del Senado sobre el último Informe de Política Monetaria, fueron claras y fuertes: la economía se está ajustando más lento que lo previsto y la inflación está tardando más en reducirse. La conclusión de todo esto es que el alto nivel de tasa de interés -11,25%- se mantendrá por más tiempo del previsto.
La preocupación y endurecimiento del tono del Banco Central causó sorpresa, ya que muchos actores esperaban que la política de ajuste comenzara a relajarse, algo vital para recuperar los niveles de inversión que el país necesita. La sorpresa también se explica por cuanto el tono del instituto emisor difiere en forma notoria al que ha venido trasmitiendo en el último tiempo el ministro de Hacienda Mario Marcel, que ha estado marcado por un franco optimismo acerca de la evolución de la economía. Ahí donde Rossana Costa señala que la inflación está muy rebelde, Marcel dice que estará en un dígito en mayo. Cuando el Banco Central habla del complejo escenario local y mundial, el titular de Hacienda dice que lo peor del ajuste ya quedó atrás. En fin, dos lenguajes distintos, para un mismo país y para los mismos datos.
Algunos plantean que el rol del Ministerio de Hacienda es distinto al del Banco Central. Que este último es siempre más precavido y técnico, en tanto Hacienda es por definición más político. Esto naturalmente puede llevar a que las dos principales entidades del ámbito económico tengan énfasis y modos de comunicar diferentes, pero lo que no debería suceder es que transmitan escenarios distintos. Tener claridad sobre la marcha de la economía es algo fundamental para los consumidores e inversionistas, y la existencia de voces disonantes resulta en tal sentido del todo inconveniente.
La entidad que mejor información tiene sobre el curso de las variables macroeconómicas fundamentales es ciertamente el Banco Central, y por ello resulta cuando menos reprochable que el ministro de Hacienda se apresure en presentar un escenario más optimista que el delineado por el instituto emisor, especialmente si no ofrece datos o antecedentes que permitan avalar sus afirmaciones, generando con ello confusión.
Por cierto que no cabe desestimar el dato de que la economía local esté dando señales de estar gozando de una mayor solidez -al menos para este año- respecto de lo que se había anticipado hace algunos meses, pero los antecedentes disponibles indican que resulta prematuro asumir que lo más complejo ha quedado atrás, como sugiere Hacienda.
En esto, lo primero que hay que destacar es que el escenario económico mundial y chileno está muy complejo de entender. Hay cambios repentinos en demasiados frentes, lo que hace difícil predecir el comportamiento de las variables principales. La insolvencia de algunos bancos en Estados Unidos y otro en Europa, que encendió muchas lucen rojas, es una de ellas. Algo que no estaba en el mapa de nadie y explotó de un día para otro. Para el Banco Central, si bien aquello ahora está contenido, de todas formas tendrá un efecto en la economía mundial y repercusiones en Chile: “Se trata de un evento asociado a menor confianza, y por lo tanto, de una contracción en los niveles del crédito y condiciones financieras más estrechas”, recalcó Costa.
Por otra parte, la reciente decisión de la OPEP de reducir la producción de petróleo en 1,16 millones de barriles, luego de una reducción de 2 millones en octubre pasado, hizo subir de inmediato el precio del crudo, complejizando las decisiones de los bancos centrales en todo el mundo. De esta manera, la inflación continúa siendo un factor de preocupación en la mayoría de los países, y Chile no es una excepción.
Al respecto, la presidenta del Banco Central señaló que si bien las causas de los aumentos de precios son claras -el excesivo aumento del gasto y los retiros de las AFP, entre otras-, lo que sorprende es que transcurridos varios trimestres desde que estos shocks se produjeron, y habiendo hecho el Banco Central un ajuste muy significativo, la inflación continúa en niveles muy elevados. Los datos de fines del 2022 y principios del 2023 dan cuenta de que el consumo privado se reduce, pero a una velocidad menor a la prevista. “Esto tiene efectos relevantes en la dinámica de la inflación y mientras no logremos completar el ajuste económico, el IPC no bajará”, sostiene.
Agrega que, más allá de que la tasa anual pueda bajar a un dígito en los próximos meses, sigue siendo extraordinariamente alta, estando hoy en el orden de cuatro veces la meta inflacionaria. Por ende es necesario lograr su convergencia, ya que una economía sana y balanceada está en mejor pie para atender cualquier shock inesperado, algo que no se puede descartar en las actuales circunstancias.
En todo esto, es cierto que el Banco Central mejoró la proyección de crecimiento para el presente año, apostando a un rango del PIB que podría ir desde una caída de solo 0,5% a un crecimiento de 0,5%. Pero lo anterior es consecuencia de lo mismo: dado que el gasto se ajusta menos, la economía también hace lo mismo. Y eso es lo que obliga a mantener la política restrictiva por más tiempo. La contraparte de esto es que se bajaron las proyecciones para los próximos dos años, lo que habla de una economía que está bastante estancada, con un promedio de crecimiento muy bajo.
A la luz de este diagnóstico, lo que parece claro es que la definición de la presidenta del Banco Central, en cuanto a que la economía enfrenta un momento complejo, es quizás la interpretación más adecuada para el momento actual, tal que mientras la inflación no muestre señales claras de bajar, el desafío persistirá. Y los datos, hasta ahora avalan la preocupación. Trasmitir entusiasmo en este momento solo puede llevar a tomar decisiones equivocadas y generar una frustración posterior.
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