El fin de la selección y la recuperación de los liceos emblemáticos
Es importante que, junto con reponer la selección se avance en iniciativas que permitan frenar la violencia, entreguen más atribuciones a los directivos y lleven a restablecer el valor del mérito, sin ello no será posible recuperar lo que distinguió a esos proyectos educativos.
En una reciente entrevista a este medio, la alcaldesa de Quinta Normal, Karina Delfino, señaló que el fin de la selección en la educación pública “jugó una mala pasada a los liceos emblemáticos”. Se trata de un reconocimiento valioso, primero, porque viene de alguien que desde el mundo estudiantil promovió la reforma al sistema escolar. Y, segundo, porque se trata de una militante del Partido Socialista, el mismo de la ex Presidenta Bachelet, en cuyo gobierno se elaboró y promulgó la ley que, entre otras cosas, introdujo un nuevo sistema de admisión centralizado, el SAE, terminando con la selección académica tal como se daba hasta ese momento.
Estas declaraciones, además, inmediatamente generaron réplicas tanto dentro del oficialismo como en la oposición y dieron origen a un debate sobre la idea de repensar el fin de la selección académica en los liceos emblemáticos. Desde Chile Vamos, incluso, se habló de la presentación de un proyecto de ley para reponerla, el que todo indica podría tener partidarios también en la vereda contraria. Es relevante que quienes han estado a la cabeza de la cartera de educación en los últimos gobiernos coincidan en que es necesario hacer una revisión de la ley.
El deterioro de los liceos emblemáticos en los últimos años es evidente. Este mismo medio ha reflexionado al respecto en numerosas oportunidades. Prueba fehaciente de esto es la sostenida caída en sus resultados en las mediciones disponibles, la cada vez menor demanda por estudiar en ellos, pero también los continuos hechos de violencia que tienen a sus estudiantes como protagonistas, a vista y paciencia de autoridades escolares que se encuentran completamente sobrepasadas. Es indudable que el término de la selección académica ha sido uno de los factores que han contribuido a la caída en desgracia de sus proyectos educativos, sin embargo, se debe reconocer que hay otras variables que han cumplido un rol importante.
En primer lugar, está el continuo menoscabo en el debate público de valores clave para el logro escolar, como es el mérito, la responsabilidad y el respeto por la autoridad. Por un lado, por una idea errónea de justicia educativa, según la cual no habría espacio para hacer distinciones, ni siquiera sobre la base de parámetros objetivos, y sólo sería aceptable una igualdad absoluta. Pero, también, porque a la par de que se ha socavado el valor del mérito y la excelencia se ha despertado entre algunos estudiantes el atractivo por la protesta como método más eficaz para alcanzar los propósitos en el ámbito público.
Por otra parte, está el deterioro de la disciplina y la normalización de la violencia, así como la falta de atribuciones de directivos y docentes para enfrentarlas, en un contexto de debilitamiento de éstas a raíz de la misma ley de inclusión que terminó con la selección. La aplicación de sanciones y especialmente la suspensión y cancelación de matrícula de alumnos, aun en casos de violencia evidente, se han vuelto medidas cada vez más difíciles de aplicar, que a menudo terminan ahogadas en protocolos y burocracia sin un efecto claro en disuadir la futura comisión de actos similares.
El deterioro de los liceos emblemáticos es un fenómeno multicausal. El fin de la selección académica debido a la introducción del SAE es solo uno de los factores que incidieron en éste. De hecho, el SAE entró en vigor en la Región Metropolitana recién el año 2019, cuando debido a estos otros factores que hemos mencionado, ya estaban cayendo sus postulaciones y en los hechos se estaba haciendo cada vez más innecesaria la selección. Es importante entonces que, junto con reponer la selección académica, se avance en otras iniciativas que permitan frenar la violencia e indisciplina, que entreguen más atribuciones a los directivos y que lleven a restablecer el valor del mérito y la exigencia académica, sin los cuales no será posible recuperar la excelencia de estos proyectos educativos que en otros tiempos tanto orgullo le dieron a nuestro país.
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