El Grand Prix de la ciencia chilena, o la carrera tras un ventilador mecánico nacional

Ventilador mecánico. Foto referencial.
Ventilador mecánico. Foto referencial.


Si hay algo que distingue a la Fórmula 1 de otras ramas deportivas es, sin duda, su complejidad técnica. Pensemos solamente en lo que hay detrás de cada parada de boxes, o pit stop en boca de los aficionados al mundo tuerca, que cada vehículo de carreras tiene en una competencia.

En cada detención esperan al automóvil una veintena de técnicos –altamente especializados- que se encargan de cambiar neumáticos, rellenar el estanque de combustible y verificar el buen estado del motor. Todo esto en un tiempo que se reduce cada año y que, en el Gran Premio de Brasil en 2019, alcanzó una nueva marca: 1,82 segundos. Menos de lo que toma leer esta oración.

El potencial tecnológico detrás de este deporte entusiasmó no sólo a sus seguidores en marzo de este año, cuando se cancelaron en Europa los eventos deportivos masivos y la escudería Mercedes Benz anunció que dedicaría a todo su equipo a la fabricación de soluciones para la pandemia de Covid-19. Esto, en alianza con la University College de Londres, o UCL.

El grupo diseñó un dispositivo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés). Basados en un modelo existente, el aparato permite atender a pacientes con dificultad respiratoria y libera ventiladores mecánicos para atender a los casos más graves.

Según informó la UCL, el desarrollo tomó apenas 100 horas y el producto ya obtuvo la recomendación de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido.

Tal como en una detención en los pits, el equipo de Mercedes y la UCL lograron reducir el tiempo que requería el objetivo. Esto, claro, gracias a que se contó con capital humano avanzado, recursos técnicos disponibles en el Reino Unido y una amplia experiencia acumulada en más de 70 años de competencias de Fórmula 1.

Curiosamente, esta historia tiene su paralelo con la carrera detrás de la fabricación de los primeros ventiladores mecánicos de manufactura nacional.

La meta fue puesta en marzo, cuando el Gobierno, a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y el Ministerio de Economía, junto a Sofofa Hub, Socialab y el BID, convocaron al desafío Un Respiro para Chile. La iniciativa busca aumentar la disponibilidad de ventiladores mecánicos en el sistema sanitario nacional, articulando a productores locales, centros de estudios y organismos certificadores.

Participaron 35 propuestas, de las que quedan cinco en carrera. Estas han superado primero una serie de 400 pruebas técnicas, luego fueron testeados en animales y enfrentan la última fase en humanos. Todo esto en poco más de dos meses. Una notable reducción en el tiempo normal de este proceso, que toma entre uno y tres años.

Tal como en el caso de Mercedes Benz, que de fabricación de motores de competición pasó a producir equipos médicos para la emergencia con soporte de la UCL, en la Macrozona Centro Sur, el astillero ASMAR expertos en la fabricación de buques se alió con la Universidad de Concepción para lograr este ventilador mecánico.

La rapidez con que se ha avanzado en esta iniciativa, habla de las competencias y capacidades de nuestros ingenieros y nuestros científicos y científicas, y demuestra la madurez de un ecosistema local, capaz de lograr soluciones para los desafíos que enfrenta el país en tiempo récord. Porque Chile fue capaz de detectar un problema –la eventual saturación de las camas conectadas a ventiladores- y lograr una respuesta acorde.

De paso, esta experiencia es un ejemplo de los resultados que trae la colaboración entre entes públicos y privados, entre la academia y organizaciones con competencias técnicas. Instalando una confianza clave, porque si hoy el desafío era responder al Covid-19 con ventiladores, mañana se puede recurrir a ella para levantar otra industria chilena.

Por último, quiero destacar la importancia que ha tenido el Gobierno como ente articulador. Si en el caso de Mercedes y UCL, este papel lo jugó el ministerio de salud británico, en Chile la responsabilidad recayó, entre otros, en el recientemente creado Ministerio de Ciencia, que demostró la importancia de que el país contará con una institucionalidad pertinente.

* Seremi de Ciencia, Tecnología, Innovación y Conocimiento de la Macrozona Centro Sur