El preocupante precedente que sentó Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
Eduardo Parra - Europa Press

Resulta profundamente contradictorio que el líder del gobierno español pretenda encabezar una “regeneración democrática” pero a la vez sembrando hostilidad hacia los medios de comunicación.



El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, concluyó su “periodo de reflexión” de cinco días autoimpuesto para definir su futuro político, luego de conocerse que un juzgado de Madrid inició una investigación en contra de su cónyuge por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Sánchez comunicó que no solo continuará en el cargo hasta el final de su mandato -el cual concluye en tres años más-, sino que ha planteado su “disposición a liderar la regeneración democrática” y a defender la democracia de lo que ha llamado “la maquinaria del fango”.

Más allá de las críticas que ha recibido Sánchez por haber llevado a cabo una maniobra cuya finalidad aún no resulta clara, es preocupante que sus objetivos los concentre en lo que ha definido como “pseudomedios”, sin precisar cuáles, pero que a su juicio serían los encargados de inventar “bulos” o noticias falsas.

Ciertamente que un lenguaje de este tipo resulta controversial. El cargar de responsabilidad a los medios de comunicación por lo que informan e investigan, descalificándolos, y que se les pretenda coartar a través de regulaciones es una realidad que lamentablemente se torna habitual en nuestra región, con casos ominosos en Venezuela, Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, es todavía más inquietante que también se pueda ir marcando una tendencia en naciones con sistemas democráticos consolidados, y el argumento sea el mismo: defender a la democracia. Dicho objetivo resulta totalmente contradictorio cuando lo que se busca a través de la retórica oficialista es hostigar a los medios de comunicación y con ello eventualmente lesionar la libertad de prensa, pilar fundamental de cualquier sistema democrático.

Por ello son importantes las advertencias de la propia líder del movimiento Sumar, parte del oficialismo, de no legislar “en caliente” en relación con los medios, y de abierta oposición incluso de históricos del socialismo a cualquier medida en ese sentido, al ser más propias de una autocracia. Se trata de un factor que la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024 de Reporteros Sin Fronteras (RSF) pareciera anticipar al señalar que, aunque España mejoró seis lugares en dicho indicador, retrocede tres puntos en el Índice Político.

España, por el camino institucional seguido desde 1975 en adelante, ha servido de modelo para los países de nuestra región, por ello es una señal de alerta que se vislumbren este tipo de amenazas. La fuerte polarización que cruza la política española es ciertamente un factor que merece atención, y en tanto jefe del gobierno es legítimo que Sánchez intente liderar caminos que permitan descomprimir este escenario; las noticias falsas o la desinformación constituyen efectivamente un riesgo real para las democracias modernas, pero se debe mantener una actitud vigilante ante la constante tentación de introducir regulaciones a los medios bajo la justificación de combatir la desinformación, cuando lo que allí se puede esconder es el intento de silenciar voces que resulten incómodas.

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