El rally menos querido de la historia

Daniel Soto, jefe de Estrategia de Inversiones de SURA Asset Management Chile

Tratar de anticipar dónde estará la bolsa durante los próximos meses está lejos de ser una ciencia exacta, por lo que los esfuerzos se centran en tomar en cuenta todos los factores relevantes y evaluar su desarrollo y posible impacto.



Luego de las caídas de las bolsas en marzo, las cuales se adelantaron al sombrío panorama económico del que somos testigos actualmente, el S&P 500 logró un inesperado rally de 44% entre el 23 de marzo y el miércoles recién pasado. Con menos intensidad, las otras plazas bursátiles del mundo siguieron el mismo ritmo.

La más reciente encuesta hecha por Bank of America a portfolio managers evidenció que solo un 10% de los encuestados esperaba una recuperación de la economía en forma de “V”, mientras que un 68% creía que la escalada en la renta variable no era más que un rally inmerso en medio de una tendencia bajista de largo plazo, o más fácil, un “bear market rally”. Adicional a lo anterior, los niveles de caja de los fondos institucionales y retail en Estados Unidos en relación a la capitalización bursátil del mercado alcanzó un 16%, niveles no vistos en más de seis años, lo que nos habla del gran escepticismo de gran parte de los participantes con respecto a la impresionante subida. De hecho, es muy difícil encontrar casas de estudios o managers de fondos que tuvieran una opinión positiva para los activos de riesgo. Se podría decir que este ha sido el rally menos querido de la historia.

Y así, ayer jueves el S&P 500 cerró con caídas de más de 5%, reafirmando parcialmente el pronóstico de los más cautos.

Independientemente de los próximos movimientos de la renta variable, los mercados por lo general necesitan un “trigger” para generar un cambio de tendencia o dar el inicio a una corrección importante. En este caso, como lo ha sido en reiteradas ocasiones, la Fed le puso los pies en la tierra a los inversionistas, con dos declaraciones potentes.

Primero, Jerome Powell, el presidente de la entidad, dejó claro que las tasas se mantendrán en niveles mínimos por años, es más, declaró que “ni siquiera estamos pensando en pensar en bajar las tasas de interés”, una frase que claramente quedará para la posteridad, al igual que el “whatever it takes” de Mario Draghi. El mensaje de Powell nos dice que la Fed estará dispuesta a estimular la economía todo lo que sea necesario, pero el otro lado de la moneda nos hace ver que se espera una desaceleración bastante más prolongada que lo que el mercado venia anticipando, de lo contrario no se necesitarían tasas de política monetaria de 0,1% hasta el 2022.

El segundo mensaje nos habla de un claro riesgo que vuelve a la primera plana de la prensa: el rebrote de los contagios. En su conferencia de prensa el mandatario explicitó que: “la duración de la debilidad y el ritmo de la recuperación se mantienen en niveles de incerteza extrema y dependerán en gran parte de nuestro éxito en contener el virus”. Si cruzamos estas palabras con las del Dr. Anthony Fauci (el encargado de contener la pandemia en Estados Unidos), quien durante el día miércoles comentó que estaría viviendo su peor pesadilla y que la “situación está lejos de terminar”, el panorama para los activos de riesgo no es muy luminoso.

Tratar de anticipar dónde estará la bolsa durante los próximos meses está lejos de ser una ciencia exacta, por lo que los esfuerzos se centran en tomar en cuenta todos los factores relevantes y evaluar su desarrollo y posible impacto. En esta línea, al incierto panorama económico, se suman los rebrotes que estamos viviendo en estados relevantes de EE.UU. como California, Texas, Arizona, Illinois y Florida, así como también el hecho de que las acciones por ciertos ratios de valuación se encuentran tan caras como no se veían desde el año 2000. Como tema aparte aparece el factor geopolítico, también conocido como “los tweets de Trump en contra de China”.

Todo lo anterior inclina la balanza a que en el corto plazo una corrección en los mercados es el camino más probable, tal como ha ocurrido en otras ocasiones cuando nos enfrentamos a una recesión económica.

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