El rechazo se instaló en el proceso constituyente
Es el propio actuar de la Convención lo que tiene amenazado el futuro de la nueva Constitución. Quedando muy poco tiempo, no ha sido capaz de proponer ideas que hagan sentido, quedando claro que la ciudadanía no aprobará cualquier texto.
Sin que mediara campaña alguna de la derecha u otro grupo, la idea de que el Rechazo resulte ganador en el plebiscito de salida se instaló muy fuerte esta semana, luego de que tres encuestas diferentes arrojaron ese escenario, poniendo en claro entredicho la creencia de que la ciudadanía aprobaría cualquier texto constitucional que le propusieran. Se insistía que era tanta la mística en torno a la Convención y tan fuerte la idea de cambiar la carta fundamental, que el Apruebo correría sin contratiempos. Pues bien, nada de aquello está sucediendo, toda vez que más de la mitad de la población manifiesta tener poca o nada de confianza en la Convención, y ahora dicha desconfianza por lo visto se está trasladando al resultado.
Más allá de las opiniones políticas, se trata de un duro golpe para la inmensa mayoría que confió en el proceso constituyente, algo que quedó claramente reflejado en el 78% de apoyo que obtuvo en el plebiscito de entrada. Fue, sin duda, un voto de confianza pocas veces visto y que hoy, paradójicamente, se ve comprometido en su resultado. De ganar el Rechazo, como hoy advierten las encuestas, la Convención pasará a la historia como uno de los mayores fracasos de la historia política reciente.
Pero, incluso si aquello no sucede, en ciertos aspectos es posible decir que la Convención ya fracasó. Primero, porque salvo que en los próximos meses ocurra un giro drástico, se ve improbable que la entidad pueda traducir el altísimo porcentaje de apoyo que recibió en un respaldo similar para el referéndum de salida. Segundo, porque hasta aquí no ha sido capaz de proponer un texto constitucional coherente y funcional a las necesidades del país.
Son varias las razones que explican este fenómeno, pero todas apuntan a un solo lugar: la propia Convención. En primer lugar, porque en vez de ser un punto de encuentro, donde se debatan los puntos de vista diversos en forma abierta y reflexiva, donde todos puedan reconocerse, se transformó en una suerte de asambleísmo, donde grupos particulares pugnan por el poder e intercambian intereses, sin considerar el todo en ningún momento. Algunos estiman que el origen de esto son las listas de independientes que promovieron en su interior a personas sin experiencia de representación política, venidas del mundo del activismo radical, donde el propósito no es lograr acuerdos conversando, sino imponer puntos de vista. En efecto, estos grupos son los que le han dado el tono a la Convención, y es precisamente esta lógica la que tiene ofuscada a la gente.
Por lo anterior es que apenas conocidas la encuestas que marcan el Rechazo, el Presidente Gabriel Boric no dudó en plantear esta semana su preocupación por el derrotero de la Convención y pidió buscar la mayor transversalidad y amplitud posible para construir una Constitución que sea un punto de encuentro, lo mismo que el plebiscito. Para el Mandatario, acá el desafío es doble: primero porque fue parte fundamental del acuerdo que creó la Convención, pero también porque sabe que el resultado afectará directamente a su gobierno.
Para muchos constituyentes, las palabras del Presidente no fueron fáciles de digerir, por algo que es otra razón fundamental para explicar el alza del Rechazo: su nula capacidad de autocrítica, quizás cegados por su popularidad inicial. Por eso, cada vez que reciben una observación o crítica, actúan como si estuvieran por sobre todo el resto, teniendo siempre a la mano el manido recurso de la campaña del terror en su contra.
Lo concreto es que la luna de miel terminó, y ni el actuar de la Convención, ni sus esbozos de texto constitucional, parecen agradar a la mayoría. Ilustrativo de ello es que esta semana el expresidente Ricardo Lagos hizo ver la urgencia de reencauzar la discusión constitucional, mientras que la Fundación Horizonte Ciudadano, de la expresidenta Michelle Bachelet, planteó que se deben tomar en serio las dudas que ha expresado la ciudadanía sobre el curso del proceso constituyente.
Si bien todavía no está dicha la última palabra, lo cierto es que queda muy poco tiempo y la meta de alcanzar un texto unitario se ve cada día más lejana. Si ello termina haciéndose realidad, los propios convencionales tendrán que darle cuenta al país de cómo evaporaron el mandato que recibieron.
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