El riesgoso camino del Presidente de Perú

Con la designación de su cuarto Primer Ministro, el Mandatario peruano ha insistido en la ruta de la confrontación en vez de los acuerdos y la conciliación -como había anunciado-, ahondando la crisis institucional del país.



A poco más de seis meses de haber asumido, el Presidente peruano enfrenta una severa crisis política que ha puesto en cuestión su continuidad por los próximos cuatro años y medio que le restan de gobierno. Es cierto que el desgaste político institucional que enfrenta Perú no tiene su origen en el actual gobierno de Pedro Castillo, pero no cabe duda de que en los últimos seis meses el deterioro se ha acelerado dramáticamente, al punto que el actual Mandatario ha debido designar hace pocos días a su cuarto Primer Ministro, el que aún debe lograr el voto de confianza del Congreso.

La designación del nuevo equipo de gobierno se produjo luego de la fallida designación de Héctor Valer como sucesor de la expremier Mirtha Vásquez, quien renunció a inicios de febrero tras denunciar al actual Mandatario peruano de una actitud permisiva frente a la corrupción estatal y de rodearse de un grupo de asesores que en los hechos influían más en la toma de decisiones que el propio equipo ministerial. La designación de Vásquez en octubre pasado, tras la salida del cuestionado Primer Ministro Guido Bellido, había abierto las expectativas de un giro del gobierno hacia la moderación, cosa que estuvo lejos de concretarse.

La salida de Vásquez y la fallida designación de Héctor Valer como Primer Ministro, quien duró en el cargo solo cuatro días -renunció antes de que se enfrentara a la votación del voto de confianza en el Congreso-, producto de diversas denuncias de violencia intrafamiliar y corrupción, volvió a dejar en evidencia la fuerte influencia que el líder del partido Perú Libre, Vladimir Cerrón, tiene sobre el Presidente. Pese a que tras la salida de Valer el Mandatario había anunciado la decisión de formar un gobierno de amplia base, que asegurara la estabilidad en medio de crecientes presiones por impulsar un proceso de vacancia, en los hechos -y tras la presión de Cerrón- el camino elegido fue otro.

En lugar de optar por una figura que concitara apoyos transversales, el Mandatario optó por un hombre de confianza como el exministro Aníbal Torres en el cargo de presidente del consejo de ministros, quien no concita simpatías en la oposición. Pero, además, buscó asegurar los votos de su sector y en especial de los sectores más radicales de Perú Libre, afines a Cerrón, para evitar que prospere un voto de vacancia. El caso más polémico fue la designación en Salud de un cuestionado médico investigado por corrupción.

El anterior titular de Salud Hernando Cevallos era una de las figuras mejor valoradas del gobierno. Por ello, su salida no solo pone en riesgo el adecuado manejo contra la pandemia en uno de los países más afectados del mundo, sino que Castillo pierde uno de los pocos activos con que contaba y abre una nueva polémica con la oposición. Lejos de ser un equipo ministerial que ayude a calmar los ánimos y concitar acuerdos, el Presidente peruano insiste en el camino de la confrontación, ahondando una crisis institucional que mantiene al país caminando por una cuerda floja y con un Presidente y un Congreso en permanente conflicto y una desaprobación del 70%.

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