Empresa, personas y propósito
Al igual que la gran crisis política, económica y social que azotó al mundo en los años 30 en donde se cuestionaron modelos y se articuló un nuevo pacto social, ahora no está en juego únicamente determinadas mejoras de política pública, sino la posibilidad de dar comienzo a un largo ciclo de prosperidad.
¿Qué es la empresa, qué percepción tengo de ella y cuán confiable es? Quizá la respuesta a estas preguntas, que parecen tan simples, puede restringirnos a ciertos conceptos que limitan a la empresa en roles que son percibidos positiva o negativamente por la ciudadanía. En el camino de las definiciones, me permito caracterizar a la empresa simplemente como “un conjunto de personas, unidas por un propósito común, que sirven a otras personas”. Con esta definición me gustaría redireccionar la pregunta, desde ¿Qué percepción tengo de la empresa? a ¿Qué percepción tengo del propósito con el que un grupo de personas sirven a otras? Esta pregunta abre nuevas inquietudes que vale la pena profundizar. Aquellos que le den coherencia a un propósito anclado en un desarrollo sostenible vinculado a algún servicio, beneficio mediomabiental, social o mejora en la calidad de vida de las personas, u otro propósito afín, tendrán mucho que decir en los años que vienen y aquellos que lo tengan y no lo comuniquen, tendrán dificultades para legitimarlo.
Al igual que la gran crisis política, económica y social que azotó al mundo en los años 30 en donde se cuestionaron modelos y se articuló un nuevo pacto social, ahora no está en juego únicamente determinadas mejoras de política pública, sino la posibilidad de dar comienzo a un largo ciclo de prosperidad. En ese contexto, es importante ver y aprender de todo aquello que diferenció a las naciones desarrolladas, que fueron capaces de darse reglas claras e instituciones estables, de aquellas otras que quedaron relegadas bajo la sombra del populismo y consecuente subdesarrollo. Ahora bien, ¿Se puede lograr prosperidad y desarrollar un país sin el apoyo de la empresa? ¿Ha habido algún ejemplo de desarrollo que no haya sido de la mano de la proactividad de la empresa? La respuesta es clara y simple: no. No lo ha habido, porque la manera más eficiente de juntar personas bajo un mismo propósito es precisamente a través de la empresa en donde nuestro rol es de entusiasmar a las nuevas generaciones, trabajadores o grupos para que sean protagonistas, a través de esta institución económica, que es inclusiva y fundamental para el desarrollo de nuestro país.
La oportunidad es ahora y nos necesitamos más unidos que nunca para proyectar, con realismo, convicción y empatía, nuestra visión de los principios que constituyen las bases para un largo ciclo de 30 ó 50 años de crecimiento sustentable y socialmente legitimado que como país debemos construir.
-El autor es Consejero Sofofa