Escenas que empañan la campaña electoral
Daña profundamente la convivencia nacional las escenas de violencia que tuvieron lugar en la capital, así como el grotesco acto en Valparaíso, los que fueron objeto de repudio transversal. Es indispensable extraer las lecciones de hechos como estos.
Es ciertamente lamentable que la recta final de la campaña por el plebiscito constitucional haya sido empañada por escenas de violencia, como las que se vieron en Santiago, en la Alameda, donde se enfrentaron partidarios del Apruebo y el Rechazo -un caso que ahora está en manos de la justicia-, así como por el acto llevado a cabo en Valparaíso en favor del Apruebo, donde hubo graves ofensas al pudor y a los símbolos patrios.
Si bien la campaña no ha estado exenta de momentos polémicos y de las tensiones propias de un evento que tiene dividido a los partidos y a la sociedad, eventos como estos en general han sido escasos. Más allá de si tendrán efectos en el resultado del domingo, resulta en todo caso sano que la mayor parte de la ciudadanía así como de los actores políticos hayan buscado tomar rápida distancia de ello.
Con todo, es imprescindible extraer lecciones de estos hechos, justamente por los valores cívicos que se ven fuertemente comprometidos en actos de esta naturaleza, y que tanto daño hacen a la convivencia. Para el caso de los graves hechos que tuvieron lugar en la principal arteria capitalina, quedan nuevamente a la vista las nefastas consecuencias de la violencia y la imperiosa necesidad de erradicarla, lo que en primer lugar pasa por su condena absoluta y sin matices. Es por lo mismo acertado que la Delegación Presidencial haya deducido querellas al respecto, pues no resulta tolerable que actos en que hubo personas heridas -en particular los ciclistas por el Apruebo que fueron arrollados por un carro tirado por caballos- pudieran quedar en la impunidad. Deberá despejarse asimismo por qué las autoridades no pudieron evitar que ambos grupos terminaran encontrándose, lo que previsiblemente habría evitado el choque.
El grotesco acto que tuvo lugar en la ciudad de Valparaíso, organizado por Apruebo Transformar -que integran distintos alcaldes, concejales y exconstituyentes-, desde luego acaparó la atención mediática y fue objeto de transversal repudio, tanto de sus propios organizadores, del gobierno y de la gran mayoría de las fuerzas políticas. Reviste desde luego especial gravedad que las escenas de fuerte contenido protagonizadas por el colectivo Las Indetectables hayan tenido lugar en momentos en que se encontraban presentes menores de edad y sus familias, traspasando así todos los límites de lo aceptable. No es primera vez que actos que lesionan el más elemental pudor y que exponen a menores a contenidos inapropiados tienen lugar en manifestaciones públicas; sus implicancias han quedado nuevamente de manifiesto y por lo mismo es indispensable que tal forma de expresión se erradique definitivamente.
El desprecio además por los símbolos patrios que caracterizó a esta “performance” fue objeto de transversal repudio, y en tal sentido cabe esperar que esta actitud de condena sea la que prevalezca de ahora en adelante, pues también es un hecho que durante mucho tiempo se han consentido manifestaciones en que la bandera y el himno son maltratados, sin que ello motivara las expresiones de hastío que ahora se vieron. Si esto marca un punto de quiebre fruto de una autentica convicción, quiere decir que como sociedad se ha dado un paso valioso.
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