Espejismo estadístico
Los problemas estructurales que arrastramos en materia de crecimiento siguen donde los dejamos antes de la pandemia y del estallido de octubre.
Los mejores resultados que muestra la economía local han motivado a varios a concluir que la crisis va quedando atrás. El mejor desempeño del comercio y los sectores exportadores -que han recibido un mayor impulso externo- ayudan a mejorar las expectativas de corto plazo.
Cuando conozcamos los resultados económicos del último trimestre del año veremos en el escenario más probable -y después de mucho tiempo-, cifras positivas que pueden ayudar a instalar aún más la sensación de triunfalismo. Sin embargo, las variaciones interanuales, a partir de ahora, hay que mirarlas con cuidado. Como consecuencia del estallido social, el período octubre-diciembre de 2019 presenta una base de comparación muy poco exigente -de hecho, estuvo 3,4% por debajo del promedio del resto del año usando la serie desestacionalizada-, lo que ayudará a mejorar el termómetro económico de fin de año.
Por su parte, el shock de consumo impulsado por el primer retiro del 10% -y eventualmente por el segundo- que se suma al fuerte impulso monetario y fiscal a lo largo del año, han apuntalado la demanda interna, evitando un descarrilamiento mayor de la economía chilena, que terminará cayendo menos que sus pares latinoamericanos este 2020.
Sin embargo, los problemas estructurales que arrastramos en materia de crecimiento siguen donde los dejamos antes de la pandemia y del estallido de octubre. Parte de esta realidad más preocupante la reflejaron los datos de inversión conocidos para el tercer trimestre, que siguieron desplomándose a un ritmo de -18,5% anual. En particular, el componente de construcción y otras obras -que es inversión más estructural- amplificó la caída registrada el segundo trimestre (-17,1%) a un derrumbe interanual de 26,1% en el tercer trimestre. Otro tanto queda reflejado en los datos de empleo los que, pese a recuperarse en el margen, reflejan una destrucción neta de 1,6 millones de puestos de trabajo, muchos de los cuales no se recuperarán en el corto plazo. De hecho, los desocupados más la fuerza de trabajo potencial suman en el último trimestre 2,8 millones de personas.
Luego del espejismo estadístico que experimentaremos hacia fines de este año y sobre todo hacia mediados del próximo -cuando podremos ver registros de Imacec incluso por sobre los dos dígitos- nos enfrentaremos a la tasa de crecimiento tendencial que está en torno al 2%. Habremos salido de la peor crisis económica de las últimas cuatro décadas, pero, de no hacer nada distinto a lo realizado en los últimos años, seguiremos sufriendo los efectos de un crecimiento mediocre que no alcanza para satisfacer las crecientes demandas sociales en curso.
-El autor es economista
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