Extensión de masivas cuarentenas
Es indispensable que la autoridad logre dar mayor eficacia a las políticas de confinamiento, y que la ciudadanía actúe más responsablemente.
Tal como se anticipaba, la autoridad de Salud decidió renovar la cuarentena total en el Gran Santiago, a lo menos por siete días más, con lo cual se habrán cumplido cuatro semanas desde que tal medida se decretó el 15 de mayo. La razón es el avance hasta ahora incontenible del Covid-19, que ayer registró 4.942 nuevos casos a nivel nacional -el grueso de los cuales se concentró en la Región Metropolitana-, totalizando ya más de 113 mil contagios.
Lo más preocupante es el sostenido aumento de fallecidos, que en el último reporte registró 87 decesos. Si bien la cifra aparece ahora más abultada producto de cambios metodológicos -al incorporar a la estadística fallecimientos sin esperar la confirmación del examen de PCR-, es un registro que cada día crece, correlacionado con el aumento de contagios.
A la luz de esta realidad, era evidente que la cuarentena en la Región Metropolitana se tendría que extender, pero debe preocupar el hecho de que a pesar de que el confinamiento está por cumplir tres semanas, aún no se observe que el número de casos comience a presentar una disminución tal que permita descomprimir los sistemas de salud. Las cuarentenas que se han realizado en nuestro país se encaminan a establecerse entre las más extensas del mundo -la comuna de Santiago ya emula el número de días de confinamiento que registró Wuhan, la ciudad china donde comenzó el brote-, y es evidente que si bien estas medidas son indispensables para frenar al virus, su contracara es el duro costo en materia de empleo y crecimiento, además de otros daños colaterales, como la violencia intrafamiliar y daños en la salud mental de la población.
Habiendo llegado a un punto crítico de la pandemia, es indispensable que la herramienta de la cuarentena rinda prontamente frutos, tal que comience una reducción de los contagios. Si ello no ocurre, será necesario seguir extendiendo estas medidas de shock, incluso mucho más que en países donde la pandemia causó estragos, como fue el caso de Italia y España, cuyos confinamientos no superaron los 60 días. Es valioso que la autoridad haya mostrado agilidad para aumentar la capacidad de camas críticas así como para incrementar sustancialmente los cupos en residencias sanitarias, pero en cambio ha fallado en lograr que la cuarentena sea cumplida estrictamente. El propio Ministerio de Salud ha reconocido que la movilidad en la ciudad de Santiago solo ha disminuido en torno a un tercio, lo que probablemente sugiere un uso irresponsable de los permisos para trámites esenciales; asimismo, todo indica que el distanciamiento social tampoco ha sido suficientemente internalizado. No cabe duda que allí ha habido fallas en la fiscalización, pero también es necesario apelar a la propia responsabilidad ciudadana.
El delicado escenario exige también que la autoridad dé señales claras a la población, y procure evitar mensajes equívocos que además de confundir, pueden resentir la confianza en la estrategia desplegada. En ese sentido, no fue afortunado que en un mismo día se tuviera que corregir en dos oportunidades la metodología para reportar los fallecidos, así como tener que retroceder respecto de los anunciados cambios de criterios para efectos de reducir el número de días de cuarentena en el caso de quienes presentan síntomas leves y que han tenido contacto estrecho con un contagiado.
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