Fake news, ciencia y Covid-19

000-5G

Un sencillo cálculo matemático nos permite refutar un mito que se ha propagado intensamente en internet.



Una de las tantas ventajas de la ciencia es la capacidad que entrega para demostrar críticamente si algún rumor, mito u opinión es verdadero o no. Estas demostraciones pueden ser realizadas de tres maneras: con un simple experimento, buscando las fuentes de información fiables y correctas, o tan solo haciendo pequeños cálculos matemáticos.

Un ejemplo del primer tipo es la demostración de que la Tierra no es plana usando el experimento de Eratóstenes. Es decir, calculando el radio de la Tierra simplemente usando sombras. La veracidad de la existencia del cambio climático es un ejemplo del segundo tipo, caso en el que sobra literatura científica para verificar cuán robusto es este fenómeno creado por el ser humano.

En el tercer tipo, podemos ubicar el mito de que la señal de telefonía 5G está relacionada con la pandemia de Covid-19. Esta fake news, que ha circulado por las red estos días, se desmorona cuando recurrimos a las matemáticas para demostrar que la onda de 5G es mucho más grande que cualquier molécula o célula humana.

El rumor dice que la señal 5G interactúa con moléculas de oxígeno y que esto predispone a la enfermedad. Para poder refutar este relato lo primero es entender que la señal 5G es una onda electromagnética, es decir luz, pero que no es visible al ojo humano. Es del mismo tipo de ondas que se usan para trasmitir ondas de radio, para sacar radiografías, o la razón por la que sentimos calor cuando estamos expuestos a los rayos del sol.

Sin embargo, todos estos tipos de ondas electromagnéticas son diferentes entre sí. La diferencia entre ellas está en la energía que tienen, la cual depende de su longitud de onda, que es simplemente el tamaño en el espacio que tiene la onda al oscilar.

Una onda electromagnética puede ser muy pequeña o muy grande. Mientras mayor longitud de onda, menor es su energía y viceversa. Para que una onda electromagnética interactúe con un cuerpo, ésta debe traspasarle gran parte de su energía a ese cuerpo. Esto solo es posible si ambos tamaños son similares. Eso es lo que pasa con la radiación electromagnética ultravioleta, una onda de 10 nanómetros (10−8 metros), que al interactuar con el ADN, lo daña y puede producir cáncer. Esto ocurre porque la molécula de ADN tiene un tamaño aproximado de 2 nanómetros.

Por lo tanto, como ambos tamaños son muy similares, la energía de esta luz ultravioleta puede depositarse en esta molécula, pudiendo romperla. Al contrario, la luz de ondas de radio tiene un tamaño de varios miles de metros por lo cual puede sortear todo tipo de obstáculos, como cerros y montañas, y alcanzar grandes distancias.

Volvamos ahora al mito. La señal electromagnética 5G tiene una longitud de onda de aproximadamente 1 centímetro. Ese es el tamaño que tiene al dar una oscilación y, por lo tanto, ese debe ser el tamaño de la antena que la detecte. Al mismo tiempo, una molécula de oxígeno tiene un tamaño de 0.3 nanómetros (más pequeña que el ADN).

Eso quiere decir, que la señal 5G es 10 millones de veces más grande que una molécula de oxígeno. Esta relación de tamaños es tan grande, que no hay manera de que la onda 5G pueda interactuar con la molécula de oxígeno. Esta molécula es “invisible” al paso de la señal 5G, como el cerro para la onda de radio. Este mito es tan absurdo como si alguien señalara que pudo sacar diez átomos de una sopa usando una cuchara.

Así, un sencillo cálculo matemático nos permite refutar un mito que se ha propagado intensamente en internet. De igual forma, muchas otras historias similares pueden ser desmitificadas usando análisis análogos. Todos tenemos a nuestro alcance las herramientas necesarias para analizar críticamente cualquier información y así evitar caer en la desinformación o en el pánico de una fake news. Usémoslas correctamente para disipar la niebla entre una verdad y una mentira.

Felipe Asenjo

* Doctor en Física, Universidad en Chile. Profesor Facultad de Ingeniería y Ciencias Universidad Adolfo Ibáñez.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.