Giro en el escenario político español
El triunfo del PP en las pasadas elecciones locales y la convocatoria a comicios generales para julio próximo permiten prever el inicio de un nuevo ciclo en España.
España se enfrenta a un cambio de ciclo político. Las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo pasado marcaron un cambio profundo de las preferencias de la ciudadanía y fueron un claro mensaje contra el gobierno de coalición de izquierda liderado por Pedro Sánchez. El Partido Socialista (PSOE) pasó de controlar nueve autonomías a quedar solo a cargo de dos, mientras que el Partido Popular (PP), que dominaba solo cinco, pasará a controlar 12 de las 17 en las que está distribuida administrativamente el país. Además, el PP ganó en siete de las 10 ciudades más pobladas, marcando un claro dominio en las preferencias ciudadanas. En términos generales, el partido liderado por Alberto Núñez Feijóo logró poco más del 31% de las preferencias frente a un 28% del PSOE.
Si bien se trataba de una elección local y no nacional, los comicios habían sido planteados por la oposición como una consulta sobre el gobierno de Pedro Sánchez y el rumbo que estaba siguiendo España. Y la respuesta de la ciudadanía española fue categórica. Frente a ello, el Presidente del gobierno decidió, en una medida sorpresiva, convocar a elecciones generales para el 23 de julio, adelantando en casi seis meses los comicios previstos para fin de año. Es un sano ejercicio democrático, facilitado por los sistemas parlamentarios, que ante el pronunciamiento claro de la ciudadanía se convoque a los electores a pronunciarse sobre el gobierno y “clarificar”, como dijo Sánchez, si éste mantiene o no una “mayoría social”.
Sin embargo, detrás de la decisión de Sánchez también hay una apuesta por intentar evitar lo que a la luz de estos resultados parece inevitable: su derrota en las elecciones generales. Apostando por una parte a un discurso polarizador y advirtiendo sobre el avance de la derecha nacionalista de Vox -que en las elecciones pasadas duplicó su votación con respecto a los comicios anteriores, superando el 7% de apoyo- busca lograr movilizar a los votantes de izquierda y asegurar una mayoría para seguir en el poder. Tras el desplome de los sectores de izquierda más dura como Podemos, Sánchez apuesta a captar también parte de esos votantes, una jugada que, sin embargo, obvia el reconocimiento de las falencias de su gobierno.
La derrota del PSOE y de Podemos va más allá de un asunto de estrategia política, como parece plantearlo Pedro Sánchez con su decisión de adelantar los comicios generales. Responde a un evidente cansancio de una mayoría con las políticas y el estilo de gestión del gobierno de coalición. La caída en el apoyo de los sectores de izquierda más dura muestra, además, un distanciamiento con su discurso identitario. La derecha del PP, en cambio, parece haber sabido recoger ese descontento y captar a votantes de centro. Ello la pone con la primera opción para llegar a La Moncloa en julio, siempre que logre contener los temores que despierta en parte de la ciudadanía su eventual alianza con Vox.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.