Graves fallas en edificio de integración social

Es lamentable que el cúmulo de desperfectos en este recinto desarrollado por la Municipalidad de Las Condes no solo esté frustrando los anhelos de numerosas familias, sino que pone en entredicho la viabilidad de este tipo de programas.



El edificio de integración social Rotonda Atenas -ubicando en la comuna de Las Condes-, proyecto impulsado bajo la gestión del exalcalde Joaquín Lavín como una forma de “cambiar los paradigmas en la política habitacional de Chile”, dista mucho de cumplir con las promesas e ilusiones de las 85 familias que fueron seleccionadas para vivir allí. Un reportaje de este medio dio cuenta de los graves problemas que presentan las instalaciones, como es el caso de filtraciones, puertas y ventanas que no cierran, fallas de ascensores, entre otros, todo lo cual está generando enormes trastornos para los vecinos. Las obras conexas que fueron proyectadas como una forma de poder amortiguar el pago de gastos comunes tampoco se han habilitado, y además está pendiente que Contraloría se pronuncie sobre si el valor al que fueron vendidos los departamentos constituye “lesión enorme” para el patrimonio municipal.

La política de integración social que decidió impulsar la Municipalidad de Las Condes en 2018 fue una iniciativa en general bien recibida -pese a las reacciones en contra que vecinos del sector expresaron en su momento-, porque ella permitiría mejorar el estándar de vida de muchas familias que residen o trabajan en la comuna, además de ayudar a derribar prejuicios y permitir la existencia de comunidades más integradas, pudiendo servir como punto de partida para extender dicha política a otras zonas de Las Condes -de hecho hay en carpeta otros tres proyectos de edificios de integración- o bien en otras comunas que quisieran emular esta experiencia.

Ciertamente que los resultados vistos hasta aquí resultan decepcionantes, partiendo por el hecho de que con este cúmulo de desprolijidades se están viendo frustrados los anhelos y esperanzas de cientos de personas, para quienes la promesa de una mejor calidad de vida se ha diluido. Jugar de esta forma con las esperanzas de las personas es algo que no tiene presentación y lesiona enormemente la confianza en las instituciones públicas. Pero también abre una interrogante respecto de la proyección de la política de integración social a través de programas de viviendas, porque han quedado a la vista las serias dificultades que hay en el sector público para asegurar que este tipo de políticas se concreten en los plazos establecidos y con los estándares prometidos. Que esto ocurra en una de las municipalidades más ricas del país resulta todavía más desconcertante.

El municipio se defiende señalando que este proyecto fue diseñado bajo la anterior administración -sin perjuicio de que la actual alcaldesa fue una entusiasta partidaria de la iniciativa-, y que por tratarse de una experiencia pionera hay una serie de aprendizajes que extraer o problemas que irán surgiendo en el camino. Siendo ello efectivo, esto no justifica que el edificio haya sido entregado con tal nivel de desperfectos -y que ello no haya sido advertido oportunamente-, o que a estas alturas todavía haya problemas de orden jurídico no resueltos, para no mencionar la lentitud del municipio en cuanto a hacerse cargo de las reparaciones que demandan los vecinos. Todo esto es muy aleccionador sobre la relevancia de no hacer anuncios con parafernalia que no están bien diseñados y sostenibles en el tiempo.

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