Informalidad y sindicalización

SEÑOR DIRECTOR:

La economía informal carece de derechos laborales, por lo que cuando el empleo crece de la mano de ella (como en el trimestre mayo-julio, donde la informalidad contribuyó un 4,2%), la noticia no es necesariamente buena. Asimismo, la variación del empleo formal e informal en el trimestre junio-agosto de 2021 a 2024 fue del 11% y 14%, respectivamente, mientras que entre 2023 y 2024 fue del 1% y 6%, mostrando que cuando el empleo formal aumenta, el empleo informal lo hace aún más.

En este sentido, se necesita de políticas que provean de mayor bienestar tanto a formales e informales, como lo es el fomento a la sindicalización, la que permite una justa negociación del valor del trabajo. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió en Uruguay, donde destaca la reinstalación de la negociación colectiva tripartita en 2005 como factor que disminuyó la informalidad, pasando de 36% en 2001 a 23% en 2014 (Cepal, 2016). Sin embargo, la sindicalización no es solo un instrumento viable para aumentar la formalidad, sino que también puede servir como herramienta de seguridad laboral al sector informal en sí mismo. Ejemplos son los sindicatos en Argentina, Malawi, Perú y Zambia, que han ofrecido representación, negociación y mediación a informales. Además, las centrales sindicales nacionales de esos países fomentan la economía social mediante la creación de cooperativas y cuentas de crédito y ahorro para afiliados (OIT, 2019).

Para salir de la precarización crónica del empleo que se ha visto desde el Plan Laboral del 79, del cual la economía informal es síntoma, es importante considerar la sindicalización como una política de bienestar transversal y necesaria. Más aún cuando las tasas de sindicalización han ido a la baja (alcanzando un 16,9% en 2023 versus un 27,5% promedio en países OCDE), contribuyendo así a una peor distribución de los ingresos (Durán y Kremerman, 2024).

Isaí Guzmán

Investigador del Observatorio de Políticas Económicas