Inminencia de regreso obligatorio a clases

Clases presenciales

Es positivo que varias autoridades comunales estén comprometidas activamente con este proceso, a pesar de las cortapisas que insisten en colocar el Colegio de Profesores, o personeros como el alcalde de Recoleta.



A menos de una semana del retorno obligatorio a clases presenciales -conforme lo establecido por el Ministerio de Educación, para cuyos efectos ha establecido un protocolo sanitario-, es una señal positiva constatar que varios alcaldes se han alineado con este propósito, y ya se encuentran trabajando para que los colegios cuenten con todas las medidas necesarias que permitan retomar hasta donde sea posible el máximo de normalidad para los estudiantes.

Este cambio de actitud contrasta con lo que se había observado hasta el año pasado, cuando varias de las autoridades municipales manifestaban su reparo con esta idea, al considerar que no estaban dadas las condiciones sanitarias para este regreso. Cabe valorar que desde los propios municipios se esté comprendiendo mejor la importancia de que la presencialidad se retome sin más dilaciones, pues los impactos que ello ha tenido sobre los aprendizajes y los procesos formativos son ominosos, en especial para aquellos alumnos que provienen de sectores socioeconómicos más vulnerables.

La actitud colaborativa de varios de los alcaldes de comunas más populosas contrasta con la pertinacia que ha mostrado el alcalde de Recoleta, quien ha desafiado las instrucciones de la autoridad, señalando que ni este ni el futuro gobierno -el presidente electo también ha hecho de la presencialidad un compromiso- puede imponer clases presenciales si no están dadas las condiciones para ello. En la misma línea de seguir poniendo cortapisas al proceso se encuentra el Colegio de Profesores, cuestionando los protocolos sanitarios y haciendo exigencias descomedidas, como exigir un determinado tipo de mascarilla. Son voces que se han ido quedando aisladas, y cuyo rol desde luego queda muy cuestionado.

Ciertamente que las principales objeciones para asistir a clases han provenido de las propias familias, temerosas por la velocidad y persistencia de los contagios de coronavirus. Por lo mismo, en la medida que perciban a las autoridades locales comprometidas para que este proceso resulte, ello genera más confianza y la obligatoriedad se hace más llevadera y con mucho menos conflictividad.

Este regreso a clases ocurre en momentos en que la pandemia registra un alto número de contagios, sin perjuicio de que conforme con las proyecciones que maneja la autoridad de Salud -así también lo muestra la evidencia internacional- los casos deberían comenzar a disminuir considerablemente en las semanas que vienen. El alto porcentaje de la población que ya cuenta con su esquema de vacunación completo -lo que incluye también a niños y adolescentes- debería servir como aliciente para reforzar los espacios de confianza. A su vez, la evidencia disponible sigue confirmando que los colegios no son grandes focos de contagio, tal como quedó a la vista en los establecimientos de la Región Metropolitana, donde el total de casos en 2021 no sobrepasó los 200. Si bien las cifras pueden contener cierto sesgo, pues la asistencia escolar fue la mitad de lo que ocurre en años normales, aun así las tendencias reafirman que con buenos protocolos sanitarios, además de la vacunación, los establecimientos educacionales son espacios en general seguros.

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