Interrogantes ante el financiamiento de TVN

Aunque un endowment para financiar la señal cultural en principio puede ir en la dirección correcta, el diseño propuesto despierta dudas en cuanto a su sustentabilidad. Y sin que antes el canal ponga acento en la gestión, cualquier nuevo modelo arriesga fracasar.



Al cierre del primer semestre, Televisión Nacional (TVN) registró pérdidas por $10.800 millones, profundizando significativamente los números rojos respecto de igual período del año anterior. Y aunque la mayoría de los canales anotó pérdidas, las de la estación pública son por lejos las más cuantiosas.

La compleja realidad financiera que vive TVN ha vuelto a poner de relieve si acaso se justifica tener un canal público, y en tal caso cuáles son los contenidos que debería transmitir para cumplir con esa misión, y cómo habrán de financiarse. Puesto que TVN debe autofinanciarse por mandato legal -su “señal dos” o canal cultural ha contado con aportes especiales del Estado-, necesariamente debe recurrir al avisaje publicitario, por lo que en la práctica la mayor parte de sus contenidos no se diferencian de lo que se observa en las estaciones privadas. Si además el modelo de negocios ya no parece estar funcionando -desde 2015 solo entre 2020 y 2022 registró utilidades-, el canal parece encontrarse en el peor de los escenarios.

En este difícil contexto para TVN se discute actualmente en el Congreso un proyecto de nuevo modelo de financiamiento para TVN. Uno de los aspectos más relevantes es que se busca introducir un endowment o fondo patrimonial, el cual contará con su propio directorio y cuyos retornos serán traspasados a TVN con el único objetivo de financiar su canal cultural, en tanto que sus otras señales seguirán financiándose en la forma como lo hacen hasta ahora, para evitar la competencia desleal con el resto de los canales. Para estos efectos, el gobierno propone aportar al endowment US$ 30 millones -al que también podrán aportar personas naturales y jurídicas-, donde habrá un régimen transitorio: mientras la rentabilidad del fondo no permita destinar unos $5.500 millones por año a TVN, el Fisco podrá considerar aportes al canal por hasta dicho monto a través de la Ley de Presupuestos.

La idea de contar con este fondo para asegurar una cierta independencia financiera puede tener sentido, pero igualmente siguen abiertas una serie de interrogantes sobre la viabilidad financiera de la propuesta. Desde luego, no hay certeza de que el nuevo fondo logre rentar lo que figura en la fórmula que ha diseñado el gobierno, que atendida la realidad actual de los mercados parece muy optimista. Pero considerando que el canal ya perdió casi $ 11 mil millones, y en la medida que los resultados negativos se mantengan, la existencia de un endowment que busque financiar la parte más “pública” de TVN no asegura que sus otras señales logren sustentarse.

Es claro que con tal nivel de pérdidas ningún plan va a resultar para TVN. De allí que un aspecto esencial de los cambios debería ser enfatizar todo lo relativo a gestión, que resulta un aspecto clave para asegurar la sustentabilidad del canal. Esto no solo pasa por ajustar los costos a su realidad financiera, sino que también es indispensable que el directorio de TVN vaya abandonado una lógica de integración política y se coloque más énfasis en integrantes que conozcan a fondo la industria televisiva así como la administración financiera, donde la elección vía ADP sería un paso importante. Lamentablemente, la reforma que se tramita en el Congreso no pone el acento en estos aspectos.

La nueva fórmula de financiamiento ha dejado a un lado el necesario debate de si el país requiere un canal público como tal, pero ya que en los hechos se ha optado por mantenerlo cabe procurar que financieramente logre su equilibrio y responda genuinamente a lo que debe ser una televisión pública de calidad.

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