Invertir de forma sustentable, unas de las lecciones del Covid -19

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Las empresas que probablemente sobresalgan en este entorno serán aquellas que tengan implementados buenos sistemas de comunicación hacia al mercado, manteniendo informado al inversionista de forma permanente de las potenciales consecuencias de la pandemia dando una señal de confianza a todos los grupos de interé



La teoría del cisne negro es una metáfora que usan los analistas financieros y económicos para describir un suceso inesperado. En otras palabras, utilizamos esta acepción cuando aparece un acontecimiento cuya ocurrencia es de bajísima probabilidad, fuera de todas las expectativas, pero de un gran impacto para los mercados financieros y las economías. Comúnmente los cisnes negros son negativos y los inversores suelen no estar protegidos, lo que acarrea como consecuencia un pánico exacerbado.

Los atentados de las Torres Gemelas, el Brexit, la aparición de internet y la Primera Guerra Mundial, son todos ejemplos de cisnes negros que se presentaron de forma insospechada y que -con diferencias en la fuerza de sus impactos- afectaron a las bolsas globales y a las economías de muchos países alrededor del mundo.

Y sí, el Covid-19 es nuestro más reciente y gran cisne negro. Solo algunas mentes iluminadas previeron años atrás un posible escenario como el actual, pero las hipótesis de aquel entonces no fueron consideradas ni por las naciones más desarrolladas. Lo cierto es que nunca imaginamos que el primer caso detectado en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019 se convertiría en una gran pandemia.

Este virus se extendió rápidamente a nivel global creando una catástrofe en la salud pública desconocida para una generación. También golpeó duramente a las economías, de las que hoy ninguna se salva de caer en una recesión. Por otra parte, los mercados financieros viven agitados al compás de los análisis que intentamos hacer todos los inversionistas, que buscamos identificar empresas mejor posicionadas para hacer frente a una crisis de esta tamaña envergadura. Todo esto en un contexto donde los gobiernos y los bancos centrales han provisto medidas extraordinarias -con inyecciones fiscales y monetarias nunca antes vistas- para dar tiempo y oxígeno a los sectores más complicados.

Duro e imprevisto recordatorio

Bajo estas nuevas condiciones, una de las consecuencias del Covid podría ser una aceleración y profundización en la gestión activa de los factores ESG (factores sociales, ambientales y de gobierno). Esto, como parte de un proceso de inversión cada vez más sustentable, pero al mismo tiempo, como un ejercicio de mayor introspección en distintas industrias, donde en los últimos días hemos visto cómo algunas compañías han expuesto de manera descarnada sus vulnerabilidades en la cadena de valor.

En ese sentido, las empresas que probablemente sobresalgan en este entorno serán aquellas que tengan implementados buenos sistemas de comunicación hacia al mercado, manteniendo informado al inversionista de forma permanente de las potenciales consecuencias de la pandemia dando una señal de confianza a todos los grupos de interés. O aquellas que hayan previamente implementado buenos sistemas, políticas de seguridad y salud para sus colaboradores de manera de asegurar la continuidad en la operación del negocio.

Todos deberemos estar mejor preparados para el siguiente cisne negro y pensar que en un par de años o quizás menos, podríamos estar hablando de riesgos ambientales, que efectivamente son muy difíciles de predecir como los efectos del cambio climático, que tienen la potencialidad de alterar los sistemas económicos de manera transversal en varias industrias, extendiéndose por distintas cadenas de valor y recorriendo muchas regiones.

La pandemia actual sirve como un duro y costoso recordatorio de que, al ignorar los riesgos, no planificar y actuar decididamente sobre sobre mitigaciones se puede generar enormes costos humanos y económicos.

Finalmente, aquellas compañías que gestionen de forma consciente y dinámica los riesgos de sostenibilidad podrán evolucionar, adaptarse y ser más resilientes, de eso estoy segura. De esta forma, los procesos de inversión que incorporen en su análisis los factores ESG de forma permanente, podrán -en el mediano plazo- capturar valor sobre empresas mejor preparadas y posicionadas frente a un próximo cisne negro que vuelva a desplegar sus alas. Esperando también, que haga su aterrizaje en un mundo donde hayamos incorporado las lecciones del Covid-19.

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