IPoM y la comunicación del Banco Central

Alejandro Guin-Po

Los mensajes que entrega el Banco Central de Chile son muy importantes para la discusión que se vendrá en los próximos meses, en especial en un contexto de alta incertidumbre y cuya misión es aminorar los impactos que el COVID-19 está provocando en la economía real.



El último IPoM de Junio para este año 2020 contiene varios mensajes, algunos más explícitos que otros pero que definitivamente están dando que hablar y generaran diversos debates en adelante. Tales mensajes se relacionan a la proyección de crecimiento y la incertidumbre global, el bajo escenario inflacionario y lo más controvertido, la posibilidad de que el ente emisor participe de la compra de bonos de Tesorería y Corporativos en el mercado secundario.

En primer lugar, las proyecciones del Banco sobre el crecimiento de 2020 fueron un balde de agua fría para muchos, con un rango de -5,5% a -7,5% para 2020, con una inversión que cae en torno al 16% y un consumo total que también decrece en torno al 4% influido principalmente por su componente privado. Lo que destaca de sobremanera es el amplio grado de la proyección y también las consideraciones de un escenario base que asume una recuperación a partir del tercer trimestre de 2020, cuya realidad puede ir desvaneciéndose si el pronóstico de la pandemia no mejora en el corto plazo en Chile. Definitivamente, un escenario sombrío sería la duración de la pandemia hasta 2021 o un rebrote con más fuerza que el brote inicial (como les ocurrió a muchos países con la gripe española), lo que la OCDE ha estimado en una caída cercana de 7,6% para el mundo en 2020 y un crecimiento en 2021 con un 2,8%.

En segunda instancia, la baja de la inflación se ha instalado desde hace un par de años y en particular este año finalizaremos, de acuerdo a las estimaciones del Banco Central, notoriamente bajo la meta con un 2,0% de inflación a diciembre, mientras que la curva implícita en las tasas forward pronóstica una inflación incluso menor al 1,5%. Aunque la inflación en el horizonte de proyección del Banco (2 años) se mantiene en 3,0%, han surgido algunas voces, tanto en Chile como en el extranjero, que sugieren reducir el rango de inflación a 2,0%. Sin embargo, el Consejo no parece tener esta preocupación, al menos como una urgencia, y a ellos se han sumado numerosos exbanqueros centrales advirtiendo que aquello no sería responsable en un país que carga con una historia inflacionaria a excepción de los últimos 20 años.

Finalmente, producto de la pandemia y considerando la necesidad de ampliar las herramientas de política monetaria no convencional es que ha surgido la discusión sobre la injerencia del Banco Central en la compra de bonos de Tesorería y corporativos en el mercado secundario, un Quantitative Easing (QE) “tradicional” como es aplicado en muchas partes del mundo. Sus detractores han justificado que esto podría provocar un problema inflacionario en el mediano y largo plazo y rompería la disciplina monetaria, que es un sello característico del ente emisor nacional y un aspecto clave en su éxito inflacionario. Por otro lado, otros expertos creen que esta herramienta siempre fue deseable y en este momento es completamente necesaria para entregar un mayor estímulo al mercado cuando más lo necesita.

En conclusión, los mensajes que entrega el Banco Central de Chile son muy importantes para la discusión que se vendrá en los próximos meses, en especial en un contexto de alta incertidumbre y cuya misión es aminorar los impactos que el COVID-19 está provocando en la economía real.

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