La caída de una mala reforma

marcel uriarte
08 de Marzo/VALPARAISO Mario Marcel , Ana Lya Uriarte, durante la sesión de la camara de diputado que trata la reforma tributaria . FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO

El rechazo a la reforma tributaria refleja que la actual administración todavía tiene deficiencias muy notorias en su gestión política.



El rechazo en general de la Cámara de Diputados al proyecto de reforma tributaria fue una derrota inesperada y lapidaria para el gobierno, una que lo deja con un vacío no menor para cumplir algunas de sus más emblemáticas promesas de campaña. Y si bien el escenario es complejo, lo cierto es que la suerte de desesperación en que cayó La Moneda, lanzando todo tipo de fuertes acusaciones a quienes votaron en contra, habla de que a esta administración, que hoy cumple un año en el poder, le falta mucho camino por recorrer para alcanzar el nivel político que se requiere para tener un gobierno eficaz.

En este sentido, sorprenden las palabras del ministro Marcel -reafirmadas luego por el Presidente Boric-, quien afirmó que el rechazo de la reforma “es una buena noticia para quienes eluden impuestos de manera impune y vergonzosa, y para quienes los asesoran”, lo que no solo es falso, sino que constituye una ofensa para quienes por distintas razones votaron en contra de la iniciativa. Sorprende, porque siendo el titular de Hacienda uno de los miembros del gabinete más serios y respetados, es quien deberá liderar cualquier tipo de negociación futura en materia tributaria. Este tipo de declaraciones en nada ayuda a aquello.

Pero la perplejidad del gobierno y la ausencia de un plan alternativo también adquirió ribetes casi irrisorios cuando las ministras Tohá y Vallejo no dudaron en culpar al expresidente Piñera de haber intervenido para alinear a la oposición en torno al rechazo, algo que incluso sorprendió a la derecha y que todavía no se entiende la razón política de aquella declaración.

En todo este espectáculo, la capacidad de autocrítica, que es básica para entender los acontecimientos, nunca estuvo presente. La Moneda ha preferido hacer vista gorda a los serios errores técnicos y políticos que cometieron, lo que hace aún más difícil que puedan enmendar el camino.

En esto hay que partir por lo básico, y que no es otra cosa que la derecha no tiene mayoría en la Cámara, por lo que sus votos no eran suficientes para rechazar el proyecto. Entonces el gobierno tiene que asumir la responsabilidad de no haber podido generar una alianza de partidos de su propio sector para sacar adelante la reforma. Ese es el principal error político de todo lo sucedido y mientras antes lo reconozca La Moneda mejor.

En segundo lugar, acusar a los que votaron en contra de legislar el proyecto de antidemocráticos, por impedir que fuera discutido, es erróneo y contradictorio. Erróneo porque es una facultad que tienen los parlamentarios; contradictorio porque el mismo Presidente Boric y algunos de sus actuales ministros hicieron lo mismo el año 2019 a propósito de la reforma tributaria presentada por el Presidente Piñera. En esa ocasión, el entonces diputado Boric, señaló que su voto en contra era actuar con convicción.

Tercero, es que el proyecto tiene serias deficiencias técnicas, las que fueron advertidas por mucha gente y que, pese a lo que hoy dice el ministro de Hacienda, tuvieron muy poco eco en el gobierno. Por ende, era de esperar que la oposición votara en contra de un proyecto que considera dañino para la economía y sobre el cual tenía poco nivel de negociación al menos de la Cámara de Diputados.

Fue la suma de estos errores y no el complot de la oposición lo que hizo que la reforma tributaria quedara en tierra de nadie. Porque con el rechazo, el gobierno queda imposibilitado de presentar la misma reforma en un año y está obligado a buscar otros caminos legislativos. Un hecho que sin duda complica su gestión, ya que algunas iniciativas quedarían sin financiamiento.

Frente a esto, La Moneda debiera entender que ahora existe una oportunidad para negociar de verdad un acuerdo para financiar ciertas iniciativas que son necesarias. Para esto hay que terminar el discurso de buenos y malos que han querido instalar, que solo abona la polarización y fomenta las caricaturas minando la posibilidad de tender puentes efectivos con la oposición.

Hay que tener en cuenta, además, que buscar financiamiento no significa necesariamente subir impuestos. Hay que terminar con la idea de que cada nuevo gobierno tiene que hacer una reforma tributaria para financiar más y más gastos. Todo esto mientras es claro que hay innumerables ineficiencias y programas mal evaluados que siguen vigentes. También hay que se innovador en la forma de conseguir nuevos recursos, como es la oportunidad única que está entregando la explotación del litio y que está siendo aprovechada en su mínimo potencial.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.