La columna de Matías Acevedo: “Déficit Cero: Determinación + ‘la mano de Dios’”
La experiencia internacional en procesos de consolidación fiscal nos enseña que el diseño del plan juega un papel crucial. En promedio, estos procesos suelen tardar entre 3 y 5 años. Y mientras más largo sea el período de consolidación, mayor es el tamaño de ajuste.
Tal como lo fue en su momento la conquista de la Copa del Mundo México ‘86, lograr la meta de “Déficit Cero” en Argentina será una hazaña sin precedentes. En aquella instancia, primero le ganaron en cuartos de final a los ingleses, cuando Maradona anotó dos icónicos goles, uno de ellos “con la mano de Dios” que el arquero inglés Peter Shilton, 20 cm más alto que Diego, nunca olvidará. Luego, derrotaron a los belgas y a los alemanes en la final.
Transcurrido 38 años de aquella épica conquista, de la mano del Ministro de Economía de Argentina Luis Caputo, intentará lograr una consolidación fiscal de 5% del PIB. Probablemente la más grande que se tenga registro en tan sólo un año. Y si bien en el fútbol, el peso de la historia favorecía a la selección, en materia fiscal en los últimos 63 años, sólo en 14 oportunidades Argentina ha logrado un superávit fiscal primario.
Una consolidación fiscal es exitosa cuando logra estabilizar la deuda pública y permite en consecuencia, que los gastos sociales permanentes se financien con ingresos permanente y no con deuda a costa de las generaciones futuras. El plan contempla medidas de ajuste en el gasto por 3% del PIB., como el ajuste de tarifas de servicios, recorte en burocracia y traspasos a provincias, como también priorizar inversión pública, entre otros. Que se complementarán movilizando mayores ingresos por 2% del PIB, tal como el aumento de los impuestos importaciones, exportaciones y eliminar/revertir exenciones de impuesto a la renta.
Las medidas más complejas de implementar serán subir tarifas a servicios básicos durante el segundo trimestre y sostener el recorte a las provincias por las consecuencias políticas que acarrea, ambas medidas suman 1,2% del PIB. Y por el lado de los ingresos, las más desafiadas son aquellas que requieren cambios legales, como el impuesto a las exportaciones y los ajustes al impuesto a la renta, que totalizan 0,9% del PIB.
La experiencia internacional en procesos de consolidación fiscal nos enseña que el diseño del plan juega un papel crucial. En promedio, estos procesos suelen tardar entre 3 y 5 años (Escolano y otros, 2014). Y mientras más largo sea el período de consolidación, mayor es el tamaño de ajuste. Sin embargo, la economía política es muy relevante. Se ha observado que a medida que aumenta la fragmentación política en un país (que es el caso) resulta más difícil contener las presiones y, por ende, alcanzar los objetivos de consolidación (Fiscal Politics, FMI 2017).
Por otro lado, cuando las finanzas públicas están más deterioradas, las restricciones financieras del país y la mayor conciencia pública pueden facilitar un ajuste más amplio (Kumar, 2007). Que sería el único de los antecedentes que le jugaría a favor en este proceso.
Entonces, ¿por qué decidieron embarcarse en una consolidación fiscal de ese tamaño en un año, cuando la evidencia e historia no los favorece? Porque no había otra opción. El tamaño del sector público había crecido en 20% del PIB en 20 años. Con un déficit cuasi fiscal de 10,4% del PIB, una deuda bruta de 154% del PIB y una inflación anual de 211% (FMI, Feb. 2024). Además de la economía política, que juega un papel fundamental y el Ministro Caputo por su experiencia anterior lo sabe, el tiempo de esta “ventana de oportunidad” es muy acotada.
Transcurrido más de dos meses, el equipo del Ministro Caputo ya ha anotado 2 de los 12 goles que necesita (superávits fiscales). Pero los meses venideros, serán los más difíciles y requerirán en el gobierno el talento de Maradona para correr y sortear a los operadores políticos y otros grupos de interés. Que colgarán del pórtico “como murciélagos” para mantener sus privilegios. También será crucial contener la presión social que provocará este ajuste transitorio en la economía, con inteligencia y la misma determinación que mostraba en el área el doble campeón del mundo, Daniel Passarella.
Y, por cierto, que a la muñeca negociadora del Ministro Caputo la acompañe siempre “la mano de Dios”, que ahora si puede utilizar, y vaya que la va a necesitar.
- El autor es Consultor Internacional en Asuntos Fiscales y exdirector de Presupuestos